Primera edición digital: septiembre 2017
Ilustración de la cubierta: Miguel Panadero
Diseño de la colección: Jorge Chamorro
Corrección: Sol Salama
Revisión: Juan Francisco Gordo
Versión digital realizada por Libros.com
© 2017 José Félix Valdivieso y Miguel Panadero
© 2017 Libros.com
editorial@libros.com
ISBN digital: 978-84-17023-92-8
A los esperadores.
Hay cosas que nacen sin querer.
De camino al aeropuerto de Gran Canaria, Miguel Panadero me comentó que quería cambiar esa dinámica de que siempre fuera yo el que le hiciese encargos. De modo que, a partir de ese momento, sería él quien me enviaría un dibujo para que yo escribiera una historia. De alguna manera se vengaba. Avanzó la conversación, y ya antes de llegar al aeropuerto, habíamos bautizado la vendetta con el nombre de Dibugrafías, y planeado publicarlas reunidas en un libro, y exponerlas y…
De esta benigna vendetta nacieron las dibugrafías que tienes delante y que, como verás, son mitad dibujo, mitad grafía. Se trata de cincuenta y una historias inspiradas en esos dibujos, escritas en los más variopintos lugares y que surgen de haber practicado lo que otros han llamado «writing on the move» o «escribir en movimiento», allí donde se tercie, quitándole a la escritura toda esa prosa del ponerse a escribir y demás, y afrontándola más bien con la normalidad de quien se pone sencillamente a hacer algo… Total, que pensé que esta manera de escribir le vendría de maravilla a la existencia móvil que practico.
Sólo queda decir que sin querer nos hemos dado el gusto de trabajar juntos, y que te lo pienses dos veces antes de vengarte de algo. ¡Que disfrutes!
Pekín, 15 de noviembre de 2014
Y de repente se dio cuenta de que también estaba habitado por varios hombres, esos mismos a los que en ocasiones daba la mano en señal de que no escondía ningún arma; esos mismos a los que muchas veces tenía ganas de matar; esos a los que tantas otras veces podía reconocer como sus alter ego y a los que también quería quitar de en medio sin que ni siquiera hiciera falta disimular con la mano, y entonces se quitó la cabeza un rato.
Y se miraba de lejos y parecía preguntar a todos un sinfín de preguntas que no obtenían respuesta, porque a nadie le gusta que le anden amagando con la mano, y nuestro hombre sin cabeza sembraba muchas dudas, porque unos días decía una cosa y otros días decía otra, y todo era muy raro y era raro también para él, que no podía fiarse ni de él mismo.
Y con el tiempo todo se fue complicando, porque más hombres se habitaron de otros hombres y más mujeres se habitaron de otras mujeres, e incluso otros hombres se habitaron de mujeres y viceversa, y puedes ver que, claro, todo se complicó muchísimo hasta llegar a esta intensa confusión actual, de la que es mejor no decir nada, pues no sea que se nos vaya a aclarar algo. ¡Cogito, ergo somos confusos![1].
Madrid, 11 de marzo de 2014
Cuando llegó, todo empezó como un juego. «Uno», dijo. «Dos», dijo. Y siguió añadiendo unidades hasta que se dio cuenta de que, aparte de añadir unidades, con los números se podían hacer otras operaciones y de que, de hecho, las estaba haciendo sin darse cuenta; y que también sin darse cuenta se había convertido en la mujer de los números, pues ya nadie la veía como ella era, sino como alguien entre números.
—No puede ser —dijo— que un número sea más grande que yo.
—No puede ser —dijo— que lo que empezó siendo una simple cuenta ahora sea un cálculo imposible.
—No puede ser —dijo— que la cuenta sea más importante que lo que se cuenta.
Y se fue preguntándose qué es lo que cuenta…[2].
Nueva York, 16 de marzo de 2014
Quiero pensar que ciertas veces puedes elegir. Quiero pensar que de alguna manera te toca lo que tú quieres. Igual que quiero pensar esas cosas, también quiero pensar que las cosas encajan. Sin embargo, al igual que tú, soy consciente de que las cosas encajan sólo a veces.
No es extraño. A veces nos empeñamos en encajar formas, pues nos encantaría que entre todas conformaran una sola pieza, o que al menos fueran parte de un algo comprendido.
¿Y si se tratara de otra cosa? ¿Y si lo importante fueran esos colores combinados en una proporción secreta que se escapa a tu comprensión, pero que no te disgusta mirar? Blanco, rojo, negro, y esa enigmática cadena que ata tu mirada, y alguna cosa más que se nos vuelve a escapar.
Quiero pensar tantas cosas…
Hong Kong, 27 de marzo de 2014