Agradecimientos

Antes que a nadie, quiero agradecer, como siempre hago en todos mis libros, a mis padres, que con todos sus aciertos y todos sus errores han sido unos padres maravillosos. Aunque como muchos otros padres de su época, adoptaron un estilo de crianza que se centraba en que ellos dormían en su cama y yo en la mía, recuerdo que siempre me han atendido con dulzura cuando he tenido pesadillas, o me han acomodado un ratito en su propia cama para escuchar mis miedos o simplemente disfrutar hablando conmigo.

También quiero agradecer a mi mujer y mis tres hijos, que siempre son un estímulo de ilusión, experiencias, comprensión y paciencia para que pueda embarcarme en nuevos proyectos y dedicar parte de nuestro tiempo a ayudar a otras familias a entender el cerebro de los niños como yo lo entiendo.

A todo el equipo editorial que forma Plataforma Editorial, con los que ya he publicado tres libros y que forman parte de mi vida y de la de mi familia. Toda la profesionalidad, capacidad de esfuerzo, cercanía, cariño y honestidad que ponéis en vuestro trabajo hacen que sepa que formo parte de un proyecto muy especial y que me sienta muy afortunado de teneros a mi lado.

A todos los profesores, tutores, compañeros y pacientes que durante los últimos veinte años me habéis aportado vuestros conocimientos, experiencias y perspectivas del cerebro y el ser humano.

Y dentro de toda esta lista de agradecimientos muy especialmente a la pediatra Lucía Galán, que no solo ha tenido la amabilidad de reseñar el libro sino también la inmensa generosidad de realizar algunos apuntes que han ayudado a que sea más preciso y correcto en aspectos que tocan la salud de los niños.

Bibliografía

1. Algunas cosas que debes
saber antes de empezar

«Ten paciencia. Todas las cosas parecen difíciles antes de volverse sencillas.»

SAADI (poeta iraní)

Antes de empezar a explicarte algunas estrategias útiles que han ayudado a otros padres y madres a traer la calma y el descanso a sus noches, creo que es importante que tengas algunas nociones claras acerca del sueño, el cerebro de los niños y mis objetivos con este libro. Son ideas sencillas que quizás conozcas, pero que creo importante repasar para que puedas asimilar mejor lo que vas a leer más adelante en el libro.

No hay dos cerebros iguales

Si algo se aprende al comienzo de cualquier curso de neurociencia es que no hay dos cerebros humanos iguales. Ni en el momento del nacimiento ni en la vida adulta el cerebro de una persona es idéntico al de otra. Esa variabilidad que nos hace únicos e irrepetibles es lo que hace que unos bebés lloren con fuerza y otros apenas lloren, que unos niños sean nerviosos y otros plácidos, que unos tomen el pecho con ímpetu en apenas unos minutos y otros se lo tomen con calma. Trasladada al ámbito del sueño, esta variabilidad puede ser difícil de entender para algunos papás y mamás. No hay nada que frustre más a un padre o madre que está desesperado por dormir que escuchar de la boca de otros padres que su bebé duerme ocho horas seguidas del tirón. De la misma manera, la madre que explica a sus amigas, hermanas y cuñadas que su bebé se duerme en el mismo momento en que lo pone en la cuna recibe miradas de incredulidad y recelo de aquellas que solo consiguen que el suyo se duerma en brazos. Sin embargo, todo tiene una explicación. Tu bebé puede ser distinto de otro bebé. Como padres, vosotros también sois distintos de otros padres.

En lo relativo al sueño y a ayudar a tu bebé a dormir es muy importante que recuerdes que no hay dos bebés iguales. Esto quiere decir que lo que me funcionó a mí y a otros muchos padres puede que no os funcione a ti y a tu bebé. También quiere decir que lo que te funcionó con el hermano mayor puede no dar resultado con el pequeño. Cada niño es un mundo y ese mundo cambia cada día que su cerebro se desarrolla y aprende cosas nuevas. En este sentido, algo importante que debes saber es que los métodos cerrados y programados difícilmente se adaptarán a tu bebé, porque no tienen en cuenta la particularidad de cada niño. En este libro voy a explicarte una serie de estrategias que a mí y a muchos otros padres nos han funcionado, pero no son estrategias cerradas. Voy a desvelarte cuál es, a mi juicio, el mejor cuento para facilitar la calma y el descanso que el niño necesita para dormir. Es el libro que he utilizado con mis hijos y que han utilizado millones de padres en distintos lugares del mundo, pero puede que a tu hijo le funcione otro distinto. No conozco todos los cuentos del mercado y es posible que si los conociera, o si mis hijos fueran otros, te recomendara un libro distinto. Te explicaré nuestro ritual de ir a dormir, pero puede que tú tengas que utilizar otro distinto. Lo importante es que tengas en cuenta que las estrategias que te ofrezco no son estrategias cerradas, sino que debes adaptarlas a tu propio hijo. Ayudar a un bebé o niño pequeño a quedarse dormido en el momento preciso requiere un poco de teoría, una buena ración de flexibilidad, paciencia y amor, y un poco de práctica por parte de los dos.

En definitiva, recuerda que cada niño es distinto y no intentes que tu hijo actúe como el hijo de otro ni copiar a rajatabla ningún sistema. En este libro encontrarás unas pautas razonables para ayudar a tu hijo a dormir con amor y ternura. Si sabes adaptarlas con sentido común y teniendo en cuenta las características de tu hijo, el libro y sus estrategias posiblemente te ayudarán mucho, como ayudaron a otros padres. Si no pones esa flexibilidad y sentido común en la tarea, lo más probable es que te frustres y desesperes y hagas más difícil para ti y para tu bebé que descanse y esté tranquilo.

Este libro no es una biblia del sueño del bebé

Quiero que quede claro que en este libro no vas a encontrar respuesta a todas las preguntas que los padres pueden tener acerca del sueño de sus hijos. No vas a encontrar un glosario completo de todas las alteraciones del sueño posibles en un bebé, ni todos los remedios farmacológicos y caseros para ayudar a que un bebé esté dormido sea cual sea la circunstancia. No soy especialista en alteraciones del sueño y este libro no trata de problemas del sueño, sino de situaciones cotidianas relacionadas con el sueño. Soy psicólogo, neuropsicólogo y sobre todo un padre de familia que se ha enfrentado, como muchas otras familias, a dudas y dilemas en lo que al sueño de sus hijos se refiere. Una vez más voy a pedirte sentido común y que entiendas que si tu bebé está lleno de moco, difícilmente podrá respirar y ese problema interferirá en su sueño. De la misma manera, si sus primeros dientes están rompiendo las encías, experimentará molestias e incomodidad que dificultarán que concilie el sueño y que requerirán de mucho amor y paciencia para calmarse. En cualquiera de estos casos lo razonable será acudir al pediatra para que nos ayude a solucionar el problema médico que dificulta que nuestro hijo descanse. Si estás desesperado porque es el mes de agosto y en vuestra casa hace un calor insoportable, tendrías que remitirte a santa Clara y pedirle que suavice las temperaturas porque, al igual que tú, los bebés no descansan bien cuando hace un calor insoportable. Más allá de eso, intentar enfriar la habitación y entender que tu bebé no se puede relajar por el exceso de calor posiblemente ayude más que cualquier otra cosa.

La Biblia contiene el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento e incluye desde las enseñanzas de los primeros profetas hasta la última carta apostólica. Deliberadamente voy a intentar que este libro sea todo lo contrario a una biblia. Espero que resulte un manual breve, sencillo y práctico en el que encuentres la información suficiente para que sepas cómo ayudar a tu bebé a dormir de una manera clara y breve. Al cerebro de cualquier persona, y más aún de unos padres preocupados, le cuesta sintetizar la información y fijarse únicamente en lo importante, por lo que he hecho esa labor de síntesis por ti. En este libro vas a poder encontrar unas pocas nociones claras que te ayudarán a enseñar a tu bebé a dormir tranquilo, con confianza y con amor. Ni más ni menos.

A los bebés no se les duerme

A lo largo del libro hablaré acerca de cómo podemos ayudar al niño a dormir, en lugar de explicar a los padres cómo pueden dormir a su bebé. Puede parecer una diferencia sutil, pero es importante. Cuando vivía en Estados Unidos pude empaparme bien de la diferencia entre los verbos intransitivos y los transitivos ya que romper esta regla es un error garrafal e incomprensible. Nadie entendía que yo dijera a un padre del hospital que iba a dormir a su hijo porque en inglés esa expresión es totalmente chocante. La forma correcta sería decir que va a llevar a su hijo a dormir o que va a ayudar a su hijo a dormir. Dormir es un verbo intransitivo. Yo duermo, tú duermes y el duerme. Dormir es un hecho fisiológico particular (en el sentido de privado de la persona). Nadie puede dormir por nadie y, salvo dos excepciones que comentaré a continuación, no podemos dormir a nadie de la misma manera que no podemos latir el corazón de nadie. Solo hay dos personas que pueden utilizar el verbo dormir de manera transitiva. Los hipnotizadores y los anestesistas. Estos profesionales pueden conjugar el verbo de una forma transitiva; yo te duermo, tú le duermes, él le duerme. Los padres realmente no podemos dormir a los bebés sino simplemente ayudarles (a veces) a conciliar el sueño. Aunque esta aclaración pueda resultar desilusionante, en realidad, es mucho mejor así. Si pudiéramos dormir al niño con un chasquido o una técnica «mágica» el niño aprendería poco. Sería como desenchufarlo. Sin embargo, si ayudas a tu hijo a quedarse dormido (y él o ella está despierto en el proceso para observarte) le estarás ayudando también a calmarse e inducir el sueño por sí mismo y eso le traerá calma, confianza y descanso a lo largo de toda su vida.

2. La importancia del sueño

«El sueño es la mejor meditación.»

DALÁI LAMA

Quizás tengas la percepción de que mientras duermes tu mente simplemente se desconecta. Sin embargo, la naturaleza no dedicaría un tercio del día al descanso si no fuera estrictamente necesario. Dormir y soñar son actividades básicas para el bienestar físico, emocional e intelectual tanto del adulto como del niño. Cada noche, mientras dormimos, ocurren varios procesos fisiológicos muy importantes. En primer lugar, durante el sueño el sistema inmunológico alcanza el máximo nivel de activación, lo que permite que nuestro cuerpo repare los daños provocados por las toxinas, la oxidación o los virus. En segundo lugar, el sueño tiene una función esencial en el aprendizaje. Cuando dormimos, nuestro cerebro almacena información relevante para nuestra supervivencia en la memoria a largo plazo, facilitando, por ejemplo, que un bebé recuerde cómo pones tú la boca para decir «más». De esa manera él acabará aprendiendo a poner la boca de la misma forma que tú y así llegará a pronunciar sus primeras palabras. Como ves, dormir está estrechamente ligado al aprendizaje y al desarrollo cerebral, algo importante a cualquier edad, pero esencial durante toda la infancia. La tercera función del sueño es ofrecer descanso a todo el organismo y en particular a las distintas estructuras del cerebro, que acaban agotadas al final del día. Esto permite experimentar cada mañana una sensación de renovación, frescura y bienestar por el mero hecho de haber descansado.

Es muy posible que como padre o madre de un bebé estés experimentando los primeros efectos de la falta de sueño. Seguramente te sientas cansado o cansada gran parte del día. A este cansancio se le pueden sumar pequeños problemas de concentración o de memoria, como olvidar lo que íbamos a hacer a una habitación concreta o no saber lo que íbamos a decirle a alguien a pesar de saber que teníamos un mensaje importante para esa persona.

Sin embargo, las alteraciones del estado de ánimo asociadas a la falta de sueño suelen ser las que provocan mayor malestar entre los nuevos papás y mamás. Muchos padres se sienten abatidos emocionalmente en distintos momentos del día y, con frecuencia, los padres que duermen poco se muestran ariscos e irritables. En los momentos en los que más paciencia necesitan, como cuando se disponen a ayudar a su bebé a dormir, pueden verse ya faltos de aguante y demostrar poco tacto con su bebé, que con sus lloros crispa todavía más el ánimo del papá o la mamá. Son muchísimos los padres y madres que en algunos de esos momentos me han comentado que han pensado cosas terribles, como gritar a su bebé, agitarlo con fuerza o incluso lanzarlo por la ventana. Posiblemente ninguno de estos pensamientos se les habrían venido a la cabeza si hubieran dormido adecuadamente la noche anterior.

A veces escucho comentarios que atribuyen este malestar a una baja capacidad de esfuerzo o a una falta de compromiso de los padres. En algún foro he llegado a escuchar que aquellos padres que se quejan por no poder dormir quizás deberían habérselo pensado antes de tener hijos. Sin embargo, creo que debemos ser más respetuosos y comprensivos con los padres que quieren reconquistar un sueño de calidad. He conocido a muchos padres desesperados por la falta de descanso: a madres que han recibido una baja por depresión cuando se trataba de puro agotamiento provocado por la dificultad de compaginar una jornada laboral con noches en vela durante meses y meses, a padres de trillizos que pasan una noche tras otra en blanco atendiendo a sus hijos o a padres que encadenan un embarazo con el siguiente, de manera que cada vez que consiguen descansar tres o cuatro horas seguidas llega otro bebé y todo el ciclo vuelve a comenzar. Es fácil juzgar a esos padres y opinar que deberían reordenar sus prioridades y tomarse una excedencia o tener una mejor planificación familiar. Sin embargo, las circunstancias, los valores, las prioridades o la situación laboral de cada padre, madre o familia son totalmente distintos y creo con honestidad, después de conocer a muchos padres agotados, que es natural que busquen estrategias que les permitan conciliar la paternidad y la maternidad con el descanso.

Por mi experiencia como psicoterapeuta sé que solo se puede ayudar a las personas si nos ponemos en su lugar y comprendemos su situación particular, por lo tanto, te invito a que no juzgues a otros padres y a que no te dejes juzgar por lo que otros padres puedan opinar respecto a tu forma de criar a tus hijos. En un ámbito tan delicado, trascendente, privado y especial para cada familia, creo que los profesionales debemos ofrecer información válida y útil, pero la decisión final siempre tiene que ser de los padres. Durante las próximas páginas vas a leer información útil acerca de cómo puedes ayudar a un niño a dormir. Vamos a repasar distintas estrategias más o menos respetuosas con las necesidades del bebé y más o menos fáciles de adaptar por parte de los padres. Creo que una aproximación óptima es la que permite conciliar las necesidades del bebé (que son esenciales para su bienestar y para su desarrollo intelectual y emocional) con las de los padres (cuyo cerebro también necesita descansar).