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LA MUSICOTERAPIA

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Sin música, la vida no seria más que un error.
Friedrich Nietzsche

Sonidos, ritmos, melodías... En todas las culturas, la música se ha utilizado como vínculo entre los sentidos y el espíritu. Desde épocas remotas ha estado al servicio de la religión, del arte, de la relajación... y de la curación.

Con el tiempo, lo que antes era producto de la experiencia y del conocimiento intuitivo se ha visto confirmado por la ciencia: la música no sólo afecta a la percepción psíquica, sino también a procesos corporales como la actividad cerebral o el funcionamiento del sistema cardiovascular. Esta primera parte es una introducción a la musicoterapia. La siguiente, de carácter más práctico, se centrará en la audición y en el uso participativo de la música a través de diversos ejercicios.

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¿CÓMO UTILIZAMOS LA MÚSICA?

Este libro ofrece una visión de conjunto de la musicoterapia, tanto en su vertiente teórica como en la práctica. A lo largo de sus páginas encontrarás, además, diversos ejercicios que te ayudarán a mejorar tus niveles de relajación y concentración para, por ejemplo, combatir el estrés o aliviar el dolor.

La música nos acompaña siempre

¿Recuerdas cuándo fue la última vez que escuchaste música y de qué tipo de música se trataba? ¿Has ido hoy de compras? Si lo has hecho, es muy probable que te hayan sometido a un bombardeo musical para así estimular tu afán consumista. O quizá hayas visto una película en la televisión o en el cine, en cuyo caso habrás oído la banda sonora (aunque no seas consciente de ello). También es posible que hayas encendido la radio o escuchado uno de los discos compactos que tienes en casa, ya sea para relajarte o para animarte.

Lo consciente y lo inconsciente

Todos utilizamos la música, ya sea de manera consciente o inconsciente, para liberar tensiones, calmarnos, relajarnos o recargar energías. No importa si se trata de música folk, de jazz o de música clásica: el sonido y el ritmo hablan el idioma del subconsciente. Abren el corazón, estimulan la mente y nos ayudan a «hacer limpieza» en nuestra cabeza, vaciándola de pequeños y grandes problemas.

El poder de la música

En nuestros días, la música no ha perdido ni un ápice de su poder ancestral. Desde hace miles de años, nuestros antepasados han escuchado y creado música, y se han abandonado a sus sonidos para, al menos durante un tiempo, olvidar sus preocupaciones y sus problemas. Y, por supuesto, el hombre sigue buscando sensaciones agradables. Es posible que nuestras ansias de música, poesía y otros placeres escondan un deseo de huir de la vida cotidiana, tan vertiginosa, mecanizada y utilitaria.

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La música es una necesidad.
El horror, un mundo en silencio.
Ingeborg Bachmann

Viaje al mundo del sonido

La música encierra todo un mundo de posibilidades inexploradas que iremos mostrándote en este libro. Trataremos de desarrollar tu «conciencia musical» para que aprendas a usarla con fines específicos: activar procesos de curación, aliviar estados de aflicción o, simplemente, vivir de un modo más equilibrado, más agradable y, sobre todo, más en armonía contigo mismo. A lo largo de estas páginas te invitaremos a realizar un viaje por el mundo del sonido y el ritmo. Comprobarás lo sencillo que resulta manejar la música a nuestro antojo para así beneficiarnos de sus efectos equilibrantes y curativos.

Ejercicios de sonido, voz, audición y ritmo

A través de pequeños ejercicios de sonido, voz, audición y ritmo irás adquiriendo experiencias concretas. Gracias a ellos, podrás desarrollar tu musicalidad y así alcanzar el equilibrio en la vida cotidiana, armonizar tus hemisferios cerebrales, aguzar los sentidos y mejorar tu salud física y mental. Sólo necesitas tener ganas, dedicarle algo de tiempo y abrir los oídos.

La música que necesitas

También te indicaremos qué tipo de música es la adecuada para aliviar tus molestias. Nuestras recomendaciones se orientan sobre todo hacia la música clásica de autores muy diversos (desde Bach hasta compositores contemporáneos como Arvo Part, sin olvidar a Mozart), músicas relajantes, músicas para estimular la creatividad y la imaginación y otras para aliviar el dolor o afecciones cardíacas de origen nervioso.

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LA MÚSICA COMO MÉTODO DE CURACIÓN

En los últimos años, el interés por los medios de curación complementarios o alternativos se ha ido extendiendo rápidamente. Hace unas cuantas décadas, los enfermos se ponían en manos del médico con un temor reverencial, sin saber que los procesos de curación son, en cierta medida, responsabilidad del enfermo. Hoy en día, la situación ha mejorado notablemente. Los pacientes no sólo están más informados, sino que, por lo general, se han vuelto más conscientes y sensibles a todos los aspectos de su vida.

Tecnología y tradición

En la actualidad, los enfermos cuentan con grandes posibilidades de curación. Sólo hay que saber utilizarlas. Internet ha facilitado la comunicación entre los científicos de todo el mundo, y la investigación médica y farmacológica se ha visto enormemente beneficiada. Los avances en los tratamientos han mejorado las perspectivas de curación de enfermedades que, hasta hace tan sólo unos años, se consideraban incurables. Pero eso no es todo: gracias al poder curativo de la naturaleza, muchos pacientes han podido tomar parte en su propio proceso de recuperación. Tratamientos naturales como la hidroterapia, la terapia térmica, el uso de plantas medicinales, una alimentación consciente, masajes, métodos de relajación y terapias orientales como la acupuntura o el ayurveda, son el paso más acertado para despertar (tanto en el plano físico como en el psíquico) a nuestro «médico interior», y así agilizar la curación.

La influencia de la música sobre el cuerpo

Los estudios y experimentos más recientes han demostrado que también la música ejerce una influencia considerable sobre el cuerpo y la mente. Por supuesto, los efectos curativos del sonido y el ritmo son muy anteriores a los estudios de los psicólogos, médicos o musicoterapeutas. Ya en la antigüedad, los pueblos conocían su poder y, por todo el planeta, chamanes y sanadores utilizaban los cantos o la percusión para ahuyentar a los malos espíritus y convocar a los protectores. Y tampoco las propiedades curativas de la música son ninguna novedad: una larga tradición las avala. Pero, muy a menudo, la mentalidad analítica y racional que ha prevalecido en las últimas décadas nos ha impedido ver lo evidente.

Por supuesto, la vida humana depende de los fármacos, de las operaciones quirúrgicas o de los trasplantes de órganos. Pero no por ello hay que olvidar al hombre en su «totalidad».

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La música es el vínculo entre la vida espiritual y la sensorial.
Bettina von Arnim

En el principio fue el sonido

Varios aspectos integran la salud: una alimentación natural y equilibrada, la limpieza del aire que respiramos, la armonía entre movimiento y relajación, una vida social satisfactoria y el desarrollo armónico de la personalidad. Pero también los colores, olores y, sobre todo, los sonidos son importantes para que nuestra mente participe en la curación. Ya lo dicen las acertadas palabras de la Biblia: «No sólo de pan vive el hombre...» (Deuteronomio 8, 3). Pero la frase continúa: «... sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca de Yahvé».

¿Y qué, sino el sonido, puede «salir de la boca de Yahvé»?

El Evangelio según San Juan comienza así: «En el principio fue el Verbo (“ho lógos”); y el Verbo era con Dios; y el Verbo era Dios» (Juan 1, 1). Curiosamente, el vocablo griego «lógos» significa también «sonido», y en el budismo tibetano se dice: «En el principio fue el OM». «OM», o también «AUM», es en Oriente el símbolo del sonido cósmico, tal vez el más importante «alimento del alma» para el hombre.

Desde luego, ni el sonido ni el ritmo podrán sustituir una operación quirúrgica. Pero para despertar la capacidad de autocuración, complementar de un modo inteligente la medicina convencional y lograr el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, nada mejor y más sencillo que recurrir a la música.

notaEl hombre no es una máquina, y por ello espera algo más que un cierto bienestar corporal. La musicoterapia es uno de los medios a su alcance.

El «botiquín» musical

La música siempre es algo cercano. Y usarla para fines específicos es sencillo, siempre y cuando conozcamos la manera correcta de hacerlo. Este libro será tu «botiquín» musical. Como ocurre con el resto de los fármacos, el éxito de la musicoterapia depende del uso adecuado de la misma. Y en este caso, no puedes consultar a tu médico o farmacéutico.

Pero no sólo debes recurrir al «botiquín». Cuando utilices la música para aliviar el dolor, dormir mejor, recargar energías, estimular la creatividad o la imaginación o, simplemente, relajarte, no deberías olvidar volverte hacia ti mismo y escuchar tu interior.

Confía en tu intuición

Déjate guiar por la intuición, presta atención a tus reacciones y personaliza tu «musicoterapia» de manera que se adapte a tus necesidades. En última instancia, sólo una persona conoce con exactitud el camino más rápido para activar sus facultades curativas: tú mismo.

El siguiente «botiquín» te servirá de orientación y te proporcionará estímulos e impulsos que harán más sencillo tu acceso al mundo de los sonidos curativos.

La música y sus efectos

La música puede cambiar tu estado de ánimo en cuestión de décimas de segundo, conducirte a estados más elevados del alma, provocar la compasión, la alegría o el éxtasis y dinamizar tu corazón.

El sonido y el ritmo generan determinados modelos acústicos que afectan a la respiración, al ritmo cardíaco, a la tensión arterial, al tono muscular y a nuestra postura, al oído y a la piel. Los distintos «ingredientes» de la música actúan sobre todo aquello que nos conforma: sobre las células, los órganos, el ánimo... En resumen: sobre el cuerpo, el alma y el espíritu.

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La música es parte de la historia, y nuestra historia contiene enseñanzas que no pueden desligarse de ella. En la música, el hombre escucha el fluir de la sangre, la risa que se abre camino entre el dolor, el amor...
Mstislav Rostropovitch

Los tres efectos

En función del timbre, el ritmo, la armonía, el tempo o el tono de la música, sus efectos sobre el oyente serán calmantes, equilibrantes o vigorizantes. La música genera, sobre todo, tres tipos de efectos:

  1. Vibraciones que provocan reacciones corporales.
  2. Emociones capaces de alterar el estado anímico.
  3. Un orden y una armonía capaces de eliminar posibles bloqueos psíquicos y así restaurar el equilibrio interior.

Armonía e inarmonía

La música es un fenómeno energético y armónico. La medicina holística considera al hombre un ser compuesto de energía y vibraciones. Si el campo de vibración es armónico, así se dejará traslucir en la salud. La enfermedad, por el contrario, indica que existen alteraciones en la armonía.

La inarmonía y las disonancias son producto del pensamiento negativo, de los sentimientos desagradables y de las malas experiencias. Pero la condición original del hombre es armónica: una comunión con el Ser original.

Tener claro el objetivo de una curación integral es tan importante como aliviar nuestras dolencias con fármacos, masajes u otros medios a nuestro alcance. Curación no es sinónimo de «falta de enfermedad». También supone alcanzar un estado de salud integral y vivir en armonía con nosotros mismos y con lo que nos rodea.

La gran música que crearon compositores como Mozart, Brahms o Bach demuestra la fuerza de la armonía cósmica o, si lo prefieres, «divina». Gracias a ella, podemos entrar en contacto con realidades elevadas y así relegar a un segundo plano las preocupaciones y los problemas cotidianos.

El renacer de los sentimientos

La música siempre nos hace ser mucho más conscientes de nuestros sentimientos. Muchas enfermedades tienen un origen psíquico. Existe riesgo de enfermedad, psíquica o no, cuando no es posible expresar los sentimientos, o bien cuando se expresan de un modo insuficiente.

Gracias a la música, podrás hacer renacer tus sentimientos. Los sencillos ejercicios de sonido y ritmo que te iremos proponiendo te ayudarán a expresarte musicalmente y a acabar con tus barreras psíquicas.

Aplicaciones de la música

Los usos terapéuticos de la música son cada vez más frecuentes. En Estados Unidos, las propiedades terapéuticas del sonido se utilizan desde hace mucho en los hospitales, en las instituciones mentales y en los sanatorios para acelerar los procesos curativos.

Las investigaciones más recientes hacen hincapié en los efectos positivos de la música, y han provocado que, también en Europa, ésta se «administre» cada vez más en consultas médicas y hospitales para aliviar el dolor, tranquilizar al paciente, liberar tensiones o combatir el estrés. E incluso las comadronas utilizan el efecto relajante de la música con objeto de facilitar el parto.

Y, por supuesto, la música es también la base de la musicoterapia.

La musicoterapia comenzó a emplearse en el tratamiento de niños con trastornos del comportamiento. Gracias a ella, estos niños aprenden a expresar sus sentimientos a través del sonido y el ritmo.

Con el tiempo, han llegado a diferenciarse tres métodos fundamentales:

Musicoterapia funcional

En el caso de la musicoterapia funcional, las propiedades de la música se utilizan para aumentar el bienestar físico y psíquico. La utilidad medicinal de la música está científicamente avalada.

La música puede emplearse para reducir la frecuencia cardíaca, el nivel de hormonas de estrés o disminuir la sensibilidad al dolor. Si hablamos de aplicaciones clínicas, son conocidos sus efectos anestésicos, pero también ha comenzado a utilizarse en el tratamiento de pacientes con dolor.

La musicoterapia funcional es, además, una rama de la psicoterapia. Puede emplearse en grupo o en sesiones individuales. El terapeuta canta o interpreta música con sus pacientes, para así mejorar su labor de comunicación terapéutica.

La musicoterapia funcional se usa en clínicas especializadas en afecciones psicosomáticas, en geriatría y en los balnearios, como complemento de las terapias físicas o verbales.

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¡He aquí a un asno tan ignorante que ni sabe con qué fin fue creada la música! ¿Acaso no fue hecha para refrescar el espíritu del hombre tras sus estudios y trabajos habituales?
William Shakespeare

Musicoterapia receptiva

Las bases de la musicoterapia receptiva son la escucha y la audición. Las terapias musicales receptivas son, en esencia, terapias sonoras. En otras palabras: aprovechan el poder emotivo y curativo del sonido. Los instrumentos acústicos como el gong, los cuencos tibetanos, los tambores o el didjeridu son el fundamento de estas terapias, cada vez más presentes en cursos y seminarios de autodescubrimiento.

Musicoterapia activa

En la musicoterapia activa, el paciente participa en el acto de hacer música e improvisa, ya sea con instrumentos o con la propia voz. Las terapias musicales activas se fundamentan en ciertas teorías psicológicas y en determinados estereotipos sociales, y su orientación puede ser tanto artística como pedagógica. La musicoterapia activa tiene varias ramificaciones, entre ellas la musicoterapia antroposófica, basada en la filosofía de Rudolf Steiner, o el método Orff, que se centra en la estimulación temprana y en el tratamiento de niños con trastornos del comportamiento.

Musicoterapia privada

Por supuesto, los usos de la música no están restringidos al ámbito terapéutico. Cualquiera puede beneficiarse de los efectos curativos del sonido y el ritmo. Sólo en casos complicados es recomendable recurrir a un terapeuta.

Para muchas personas, la música es una forma de terapia privada, aunque pocas son conscientes de ello.

¡Y todas estas propiedades del sonido están también a tu alcance! Podrás usar la música como si de un masaje del alma se tratase, para, por ejemplo, relajarte después de un duro día de trabajo. La música te ayudará a mantenerte sano o a aliviar o curar tus dolencias (¡y sin efectos secundarios!). Y si lo que buscas es desarrollar tu personalidad de una manera armónica, la «musicoterapia privada» sigue siendo el medio adecuado.

Posibles aplicaciones de la música

notaLa música mueve montañas: en Jericó, el sonido de los cuernos de carnero logró derribar los muros de la ciudad. Pero abstente de utilizarla para tan destructivos fines. Hay muchas y mejores maneras de aplicarla.

Recomendaciones de uso

Huelga decir que la música no puede administrarse como un fármaco. Es importante encontrar el modo adecuado de integrarla en tu curación. En primer lugar, hay que aprender a ser conscientes de ella. Si quieres aprovechar sus efectos curativos, no bastará que la uses como un mero entretenimiento: escucharla tendrá que ser algo más que un pasatiempo.

notaA lo largo de estas páginas iremos dándote consejos para que escuches la música que necesitas. Consulta los capítulos «El poder curativo de la música clásica» y «Música para curar y prevenir».

Superar el efecto saciante

Hay algo fundamental: evitar el bombardeo musical indiscriminado. Cuando escuchamos música de manera más o menos inconsciente, experimentamos un efecto saciante similar al que conseguimos con la comida. Cuando queremos llenarnos el estómago y saciarnos, la urgencia nos lleva a conformarnos con la comida rápida. Pero si queremos beneficiarnos de los efectos curativos de un determinado alimento, tendremos que prestar atención a sus vitaminas y minerales y comprobar que carece de sustancias nocivas.

Músicas digestivas e indigestas

Así como existen dietas más y menos saludables, hay músicas beneficiosas y perjudiciales. Los usos de la música en la curación son, básicamente, dos: por un lado, la audición consciente; por otro, el uso activo de la música.

Usos activos y usos pasivos

Cada persona tiende a utilizar la música de un modo: la escuchará antes o después de las comidas, una o varias veces al día, de forma activa (detenidamente) o pasiva (como entretenimiento)... Es muy importante que prestes atención a tus experiencias y reacciones, averigua qué te sienta bien y confía en tu instinto.

Efectos secundarios

Si sigues los consejos de sonido, canto y ritmo que se indican, puedes olvidarte de los efectos secundarios. Pero pueden surgir problemas si te limitas a «consumir» música de manera superficial (algo que, hoy en día, es absolutamente habitual).

Contaminación musical

La contaminación musical está muy extendida: en la radio y la televisión, en nuestro equipo de música, en el cine, en Internet o en un concierto, el oyente de nuestros días tiene acceso a una cantidad de música ingente.

Casi a todas horas y en todas partes podemos elegir entre un sinfín de músicas: música ligera, de baile, relajante, rock, pop, jazz, heavy metal, punk, tecno...

Ni siquiera los amantes de lo clásico escapan de la molesta tarea de elegir: ¿operetas, óperas, sinfonías? El concierto ideal es una mezcla de estilos para agradar a todos: barroco, clásico, romántico, impresionista y contemporáneo. Y, por supuesto, aún queda decidir si preferimos una orquesta, la música de cámara o los recitales, o el directo de una sala de conciertos al sofá del salón.

Y no sólo eso. Hoy en día, la música aparece también en lugares en los que no esperamos ni queremos oírla: en los supermercados, en los gimnasios o en los aeropuertos. En los centros comerciales e hipermercados la música es un soniquete continuo que pretende estimular el consumismo.

notaEn muchas ciudades, la música está presente en lugares como el metro o las estaciones de tren (a menudo, en forma de música barroca).

Música funcional

Cada empresa tiene su propio bombardeo acústico. Y no sólo se trata de las grandes superficies, sino también de oficinas, gabinetes de empresa y consultas médicas. Esta música «funcional» se utiliza de un modo consciente para alterar nuestros estados de ánimo y así aumentar el rendimiento de los trabajadores, estimular el consumismo o hacer más llevadero el tiempo que pasamos en la sala de espera.