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LENGUA Y ESTUDIOS LITERARIOS


UNA INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA LITERARIA

Traducción de
JOSÉ ESTEBAN CALDERÓN

TERRY EAGLETON

UNA INTRODUCCIÓN
A LA TEORÍA LITERARIA

Fondo de Cultura Económica

Primera edición en inglés, 1983
Segunda edición, aumentada, 1996
Primera edición en español, 1988
Segunda edición, de la segunda en inglés, 1998
     Séptima reimpresión, 2014
Primera edición electrónica, 2016

© 1983, Terry Eagleton
Publicado por Basil Blackwell Publishers Limited, Oxford
Todos los derechos reservados. Traducción autorizada de la edición en inglés publicada por John Wiley & Sons Limited. La responsabilidad por la fidelidad de la traducción corresponde por completo al Fondo de Cultura Económica y no a John Wiley & Sons Limited. Ningún fragmento de este libro puede reproducirse, por ningún medio, sin el permiso por escrito del titular de los derechos, John Wiley & Sons Limited.

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Para
CHARLES SWANN
y
RAYMOND WILLIAMS

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

Este libro constituye un intento por hacer que la teoría literaria moderna sea inteligible y atractiva al mayor número posible de lectores. Me es grato poder decir que desde su aparición, en 1983, lo han estudiado juristas y críticos literarios, antropólogos y teóricos de la cultura. En un sentido, tal vez esto no deba sorprendernos. Como trata de demostrarlo el propio libro, en realidad no existe teoría literaria en el sentido de todo un cuerpo de teoría que brote exclusivamente de la literatura y sea aplicable a ella. Ninguno de los enfoques esbozados en esta obra, desde la fenomenología y la semiótica hasta el estructuralismo y el psicoanálisis, se interesa sencillamente en la escritura “literaria”. Por lo contrario, todos ellos surgieron de otras áreas de las humanidades, y sus repercusiones se sienten más allá de la propia literatura. Imagino que ésta ha sido una de las razones de la buena aceptación del libro, la cual ha hecho posible una nueva edición. Pero también me ha llamado la atención el número de lectores no académicos a los que ha atraído. A diferencia de muchas otras obras de este tenor, ha logrado salir de las academias, y esto tiene especial interés a la luz del supuesto elitismo de la teoría literaria. Si es un lenguaje difícil y hasta esotérico, entonces parece ser uno que interesa a personas que nunca han visto el interior de una universidad y, siendo así, entonces algunas de esas universidades que lo han rechazado por su esoterismo deben reflexionar un poco. De cualquier manera, resulta alentador que en una época posmoderna en que se espera que el significado, como todo lo demás, sea de consumo instantáneo, haya quienes consideran que vale la pena el esfuerzo de adquirir nuevos modos de hablar de la literatura.

En realidad, ciertas teorías literarias sí han sido excesivamente exclusivistas y oscuras, y este libro es un intento por reparar el daño que han hecho y por dar mayor accesibilidad a la teoría literaria. Pero también hay otro sentido en que esta teoría es precisamente lo opuesto de elitista. Lo auténticamente elitista de los estudios literarios es la idea de que las obras literarias sólo pueden ser apreciadas por quienes poseen una especie de cultura innata. Hay quienes llevan los “valores literarios” en la sangre y quienes languidecen en las tinieblas exteriores. Una razón importante del crecimiento de la teoría literaria desde el decenio de 1960 fue el gradual desplome de esta suposición bajo el peso de nuevos tipos de estudiantes que ingresaban en la educación superior procedentes de medios supuestamente “incultos”. La teoría fue un medio de emancipar las obras literarias de los grilletes de la “sensibilidad literaria” y abrirlas al tipo de análisis en que, al menos en principio, cualquiera podía participar. Quienes se quejan de la dificultad de semejante teoría a menudo no esperan comprender de manera directa un libro de texto sobre biología o ingeniería química, lo cual resulta bastante irónico. Entonces ¿por qué debieran ser distintos los estudios literarios? Tal vez porque esperamos que la literatura sea un tipo “ordinario” de lenguaje, instantáneamente accesible a todos; pero ésta es en sí misma una “teoría” muy particular de la literatura. Debidamente interpretada, la teoría literaria se forma por un impulso democrático, no elitista y, hasta ese punto, cuando cae en lo ampulosamente ilegible está siendo infiel a sus propias raíces históricas.

T. E.

PREFACIO

Si se deseara señalar una fecha al cambio que sobrevino en el campo de la teoría literaria en este siglo no sería del todo desacertado decidirse por 1917, el año en que Viktor Shklovski, joven formalista ruso, publicó un ensayo que abrió brecha: “El arte como recurso”. Desde entonces, especialmente durante los dos últimos decenios, las teorías literarias han proliferado extraordinariamente: incluso el significado de literatura, lectura y crítica ha experimentado cambios de fondo. Por otra parte, aún no es mucho lo que de esta revolución teórica ha trascendido al círculo de los especialistas y de los entusiastas, y todavía no repercute abiertamente en los estudiosos de la literatura y en los lectores en general.

El presente libro busca proporcionar una relación razonablemente comprehensiva de la teoría literaria moderna destinada a quienes poco o nada conocen sobre el tema. Aunque, evidentemente, en un proyecto así la excesiva simplificación y las omisiones son inevitables, he procurado, más que vulgarizar el tema, popularizarlo. Como, según mi modo de ver, no existe una forma de presentarlo “neutral” o ajena a los valores, he argüido en toda la obra a favor de un caso particular, lo cual, así lo espero, aumenta el interés.

J. M. Keynes, el economista, observó una vez que los economistas a quienes desagradan las teorías o que afirman que trabajan mejor sin ellas, simplemente se hallan dominados por una teoría anterior. Esto también puede aplicarse a los estudiosos de la literatura y a los críticos. Hay quienes se quejan de que la teoría literaria es inasequiblemente esotérica y sospechan que se trata de un enclave arcano y elitista más o menos emparentado con la física nuclear. Es verdad que una “educación literaria” no fomenta precisamente el pensamiento analítico; pero también es un hecho que la teoría literaria no es más difícil que muchas investigaciones teóricas, y bastante más sencilla que algunas de ellas. Espero que este libro aclare que el tema está al alcance aun de aquellos que lo consideran por encima de sus posibilidades.

Hay también estudiosos y críticos que protestan porque la teoría literaria “se interpone entre el lector y el libro”. A esto se responde sencillamente que sin algún tipo de teoría —así sea irreflexivo e implícito— no sabríamos, en primer lugar, qué es una obra literaria ni cómo hemos de leerla. La hostilidad a lo teórico, por lo general, equivale a una oposición hacia las teorías de los demás y al olvido de las propias. Uno de los fines de este libro consiste en suprimir esa represión para que podamos recordar.

T. E.