La colección¿Cómo ves?busca presentar a los jóvenes temas fundamentales de su interés, tratados de manera breve, clara y rigurosa, pero no por ello menos amable.

El propósito es ofrecer títulos en los que el público encuentre respuestas a interrogantes nacidas de experiencias y reflexiones cotidianas; es decir, se trata de acercar a los lecto­res jóvenes a la ciencia y demás disciplinas que constituyen la cultura.

Dedicatoria

Con amor a mi esposa: Dalia Pérez Partida;

a mis hijos: Aldebarán, Dalia Jimena y Olmo Iván;

y a Andrea Aguayo Pérez.

Agradecimientos

A la doctora Ma. Elena Medina Mora, por la

revisión técnica de este trabajo; al Conacyt, por el proyecto núm. 129103, y a DGAPA-UNAM por el proyecto núm. IN220712, otorgados al autor.

Introducción

Me he dedicado al tema de las adicciones por muchos años, por lo que tengo cierto conocimiento acerca de la dependencia a sustancias, de cómo funciona el cerebro en circunstancias normales y cómo funciona bajo el influjo de drogas. Pero un libro de esta naturaleza no sólo implica conocer los mecanismos cerebrales que son afectados por las drogas de abuso, también incluye conocer a los humanos. Sin embargo, estoy muy lejos de conocer a los humanos; más bien, me he dedicado a aprender lo maravillosos que son. Como dice el filósofo español contemporáneo José Antonio Marina: “el humano es el único que ha visto en el petróleo la posibilidad de volar y llegar a otros planetas”. El humano y su lucha por la dignidad; el humano y su invención de la ética en la búsqueda de la bondad, de ser bueno él mismo; el humano en su búsqueda de la felicidad y de Dios; el humano en su constante necesidad de pertenecer al grupo, es decir, a la naturaleza, al cosmos. ¿Cómo podríamos entender su deseo inquebrantable de encontrar la felicidad, sin que inevitablemente caigamos en el terreno de las drogas? ¿Acaso no la mayoría de ellas se ha utilizado para comunicarse con los dioses? ¿Acaso no han sido las drogas un atajo a la felicidad, al placer y a la expresión mística?

Éste es un libro que persigue dar una explicación científica de lo que hacen las drogas en el cerebro; explicar sus mecanismos de acción para producir sus efectos placenteros, sus efectos indeseables, sus efectos enigmáticos. Este libro busca dar respuesta a algunas preguntas: ¿cómo afectan las drogas al cerebro?, ¿qué daños le producen al humano?, ¿hay gente que nace con vulnerabilidad para volverse dependiente a sustancias?

Frecuentemente nos apresuramos a censurar a los usuarios de drogas, a acusarlos de débiles y a prometerles la cárcel como castigo humano, y el infierno como castigo divino, sin considerar que ellos, con el cerebro que tienen, con funciones cerebrales diferentes a las nuestras, poca cosa pueden hacer por evitar caer en el uso cuando han desarrollado una dependencia a esas sustancias. Especialmente porque la oferta de las compañías o de los cárteles es avasalladora.

Fácilmente les diremos que es cuestión de fuerza de voluntad: “échale ganas y saldrás”. Pero desafortunadamente no es así. Tienen cerebros diferentes. Así que, como prueba fehaciente de que buscamos la dignidad de nuestra especie, tenemos que saber qué es lo que les funciona de manera diferente a los usuarios de drogas. Los científicos debemos estar comprometidos a desentrañar el misterio de los efectos de las drogas en los cerebros vulnerables. Para eso primero debemos esclarecer, sin lugar a dudas, qué es un cerebro vulnerable.

El uso de drogas tiene que ver con nuestra insaciable búsqueda de la felicidad, con nuestro deseo de entender los enigmas de la existencia y de presenciar la maravilla de la creación. El uso de drogas tiene que ver con ese ánimo jamás satisfecho de amar, que caracteriza a la especie humana. El usuario de drogas es como aquel descrito por Rilke, cuando dice: “Haz que algo nos ocurra / mira cómo hacia la vida temblamos / y queremos alzarnos como un resplandor y una canción.”

De hecho, el cerebro mismo genera sus propias drogas: sus morfinas (endorfinas) y sus marihuanas (endocanabinoides); su nicotina (acetilcolina) y su cocaína (dopamina y noradrenalina). Asimismo, el cuerpo sintetiza las llamadas exorfinas que se liberan por la leche materna. Este acto tan noble, tan altruista, tan lleno de simbolismo, está también lleno de exorfinas. Eso no le quita su carácter mágico. Y si todo esto no fuera bastante, la leche de vaca, que es el referente de la nutrición, genera las caseorfinas, que son morfinas derivadas de la caseína de la leche. El trigo, el arroz y las espinacas tienen morfina. El chocolate tiene algunos compuestos que son considerados marihuana. Así que si usted está libre de culpas, arroje la primera piedra.

Óscar Prospero García.

Prefacio

Es para mí un privilegio poder compartir algunas consideraciones sobre un libro que trata el tema de las adicciones y que está dirigido especialmente para la población de jóvenes. Tuve el gusto de reafirmar conocimientos sobre el tema y principalmente disfruté el texto por el enfoque ético implícito en cada uno de sus apartados. En este libro, el autor comparte un análisis no sólo como investigador, sino como integrante de una sociedad ávida de encontrar respuestas y explicaciones a un fenómeno tan complejo y transdisciplinario como es la adicción.

El “mundo hedónico” –constructo antiquísimo social–, relacionado íntimamente con la cosmovisión, sin duda ha estado inmerso en el devenir de los últimos miles de años de nuestra especie, donde el consumo de sustancias psicoactivas ha ocupado un papel relevante y, para algunos, incluso preponderante. El libro aborda aspectos que van desde el placer como condición sine qua non del Homo sapiens, acompañado siempre de una mágica fantasía enteogénica, y pasa por los aspectos clínicos relacionados a fenómenos como el craving, la tolerancia, la abstinencia y el estadio final del trastorno: la dependencia.

Es interesante el enfoque que se hace de los principales neurotransmisores, acompañado de explicaciones sencillas y amigables que permiten acercar al lector a este vasto conocimiento sobre los mecanismos moleculares y bioquímicos del núcleo del problema: el centro de recompensa cerebral y la vulnerabilidad genética para padecer o no la adicción, conceptualizados integralmente a través de la epigénesis del fenómeno adictivo. Particularmente, resalta la exposición de temas innovadores, como la comorbilidad con la enfermedad psiquiátrica y los rasgos de personalidad del consumidor, para finalizar con una descripción de los daños a la salud de los usuarios y sus consecuencias en los escenarios biopsicosociales.

Lo más relevante es el abordaje, con un carácter humano y ético, de un problema quizá distante en la comprensión completa del funcionamiento cerebral, pero cercano al lector por estar inmerso en una realidad social donde cotidianamente mantenemos contacto con la adicción.

Deseo resaltar la sapiente exposición vertida por el autor acerca no sólo de un conocimiento científico generalmente aislado, sino de su aplicabilidad en los ámbitos preventivo y terapéutico. Éstos se erigen como una vía hacia abordajes más efectivos del problema, pero esencialmente constituyen un esperanzador camino para que el uso nocivo de sustancias adictivas pueda evitarse a través de la promoción, la prevención y la educación para la salud –campo fértil de habilidades y herramientas para consolidar el proceso de neuromaduración del adolescente y para impulsar su traducción hacia nuevas formas de afrontar su vida y su realidad–. Aquí el autor enfatiza, además, la necesidad de mantener una mirada humana para no estigmatizar a los consumidores y dejar de criminalizar su conducta.

No me resta más que agradecer la oportunidad de resaltar las fortunas que encierra la lectura de este libro. Créanme: lo disfrutarán.

Ricardo Iván Nanni Alvarado.

Director General Adjunto del Centro Nacional para la Prevención y el Control de las Adicciones,

diciembre de 2013.

Definiciones antes de empezar