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Índice

Prefacio

Etnología, antropología

Retrospectiva

El enigma de la cultura y del primer “trabajo de campo”

Las tres etnologías

Encuentro(s) del antropólogo

Espacio

Del paisaje cultural al paisaje sobremoderno

Las dos memorias

Las noches y los sueños

El paisaje urbano

Sedentarismo y movilidad

La felicidad en su lugar

Lugar y no lugar

La felicidad fuera de lugar

Centrar, descentrar, recentrar

El planeta en movimiento

Migraciones

La crisis, las crisis

Tiempo

No lugar y tiempos muertos

Rito y comienzo

Arte y contemporaneidad

Los derechos del hombre

Vocación de la antropología

colección

antropológicas

Traducción de Ariel Dilon

Marc Augé

EL ANTROPÓLOGO Y EL MUNDO GLOBAL

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Augé, Marc

© 2013, Armand Colin Publisher

© 2014, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

Prefacio

Tradicionalmente, el etnólogo estudiaba las relaciones sociales dentro de un grupo restringido teniendo en cuenta su contexto geográfico, histórico, político-histórico. Hoy, en cambio, el contexto es siempre planetario. En cuanto a las relaciones, cambian de naturaleza y de modalidad con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, que intervienen de modo simultáneo en la redefinición del contexto y de las relaciones que tienen lugar dentro de él. Esto pone en entredicho la distinción entre etnología, como observación localizada, y antropología, como punto de vista más general y comparativo. Toda etnología, en nuestros días, es necesariamente antropología. De la misma manera, la dimensión reflexiva de la observación antropológica, que siempre ha sido importante, se torna mucho más evidente dado que, en ciertos aspectos, todos pertenecemos al mismo mundo y que el observador, quienquiera que sea, forma parte de aquellos a quienes observa y se convierte por eso mismo en su propio aborigen.

Lo que el antropólogo, más o menos “desarraigado” y obligado a tomar distancia respecto de sus orígenes, hacía oír a los “informantes” de quienes obtenía todo su saber, era que aquello que consideraban como natural (y evidente) era cultural (y problemático). De ahora en más, tiene la inmensa tarea de asumir esa misión crítica no sólo en su propia sociedad (este recorte ya no se sostiene), sino en el conjunto, aún proteico, al que llamamos mundo global, del cual forma parte junto con los otros. Nunca como hoy ha sido necesaria una mirada antropológica de carácter crítico; nunca, además, ese derecho a la mirada ha sido tan difícil de ejercer, a tal punto han cambiado los criterios sobre lo natural y lo evidente.

Comencé a trabajar en África inmediatamente después de los procesos de independencia, es decir, en una época en que la antropología más clásica producía obras mayores, y en Francia se desarrollaban grandes aventuras intelectuales, como el estructuralismo o los estudios dinamistas de los fenómenos de contacto. Por ende he sido testigo, en el transcurso de medio siglo, del pasaje de la colonización a la globalización.

Para volver a interrogarme sin preconceptos sobre la definición de la disciplina, y sobre los cambios fundamentales que han sobrevenido en el establecimiento y en la gestión de las relaciones sociales que la antropología continúa tomando como objeto, me veo llevado a evocar, antes que nada, mi itinerario personal, no para ofrecerlo como ejemplo, sino porque comparto con los antropólogos de mi generación una experiencia histórica de la que todos nosotros, hoy, nos vemos empujados a extraer las consecuencias. En ese contexto, hablar un poco de uno mismo es la única manera de atenerse a lo concreto.

Este es el libro de un antropólogo que se interroga sobre su disciplina y sobre el mundo en el que vive. Y que propone, aquí, una lectura del mundo global, con la esperanza de capturar la atención de aquellos que se preocupan por este mundo y se interesan por la antropología.

ETNOLOGÍA, ANTROPOLOGÍA