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GUSTAVO ANDRÉS MARIN

CAMINO HACIA
EL SI MISMO



LAS CUATRO FACETAS HUMANAS DESDE UNA PSICOLOGÍA INTEGRATIVA



LO COGNITIVO

LO EMOCIONAL

LO EXISTENCIAL

LO ESPIRITUAL




Editorial Autores de Argentina

Marin, Gustavo Andrés

   Camino hacia el sí mismo : las cuatro facetas humanas desde una psicología integrativa: lo cognitivo, lo emocional, lo existencial, lo espiritual / Gustavo Andrés  Marin. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2019.

   Libro digital, EPUB


   Archivo Digital: online

   ISBN 978-987-87-0336-7


   1. Ensayo Psicológico. I. Título.

   CDD 150

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

Diseño de tapa: Viviana García

Corrección: Juan Raúl Rithner


Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Dedicado:

... a mis hijos Latino y Daira,

con quienes comparto el amor por el

saber, los viajes y la aventura de vivir.

Ellos vieron nacer, crecer lento y

convivieron amorosamente con

éste, su hermano libro.

Prólogo

A través de la historia, los cambios fundamentales en las sociedades no resultan de los dictámenes de los gobiernos ni del resultado de las batallas, sino del hecho de que gran cantidad de personas cambia su manera de ver las cosas, a veces sólo un poco.

Willis Harman


En su libro La gesta del marrano, Marcos Aguinis dice:


...llegué a la certidumbre de que mis temores se nutrían de la indefinición. Yo era como un soldado que no estaba decidido a guerrear y, por lo tanto, no vestía bien su armadura ni empuñaba con decisión su espada; no observaba a mi enemigo con objetividad, sino rebajado. Mi condición de marrano era devastadora: ¿cómo podía sostenerme si de continuo me negaba? ¿Cuánto más tiempo los marranos seguiremos siendo marranos? Mis dudas eran la manifestación de mi fragilidad y mi fragilidad un merecido castigo por no atreverme a ser un soldado de mis convicciones.1


Cuando leí esto me sentí identificado. Pensé cuántas veces me negué a mí mismo, cuántas veces me negué a darme y permitirme lo que creía que era bueno para mí. ¿Cuántas veces fui víctima de mis indefiniciones, cuántos castigos recibí por no ser un soldado de mis convicciones?


En una canción, Juan Carlos Baglietto canta “voy tratando de crecer y no de sentar cabeza”. En lo que a mí respecta, en determinado momento de mi vida, sentí un fuerte impulso a escribir pero ocupan dome de lo que debía ocuparme me fui olvidando de escribir, quizás porque buscaba sentar cabeza (priorizando el trabajo, mi capacitación, mi familia) creyendo que “sentar cabeza” era crecer. Entonces mis engaños, mis boicot se expresaban en desestimar el escribir, decirme que escribir no era importante para mi vida, pensar que sólo podría hacerlo cuando me sobrara tiempo, creer que escribir era una actividad reservada a personas con ese talento (así me auto-excluía).

Escribir, hoy, está ligado y es parte de mi Ser; no a “ser alguien” como a veces sentencian los padres y madres a sus hijas e hijos adolescentes cuando quieren que estudien sino a Ser (con mayúsculas) que significa existir, encontrarse en la realidad, y que alude a lo auténtico, consistente, lo verdadero que hay en uno. Ser denota la realidad de la existencia de lo que es o quién es, afirma la autenticidad y la verdad. Al afirmar que alguien o algo es, se hace referencia a la esencia de la persona o de la cosa, y no a su apariencia.

Nuestra sociedad patriarcal determinó que viviésemos preocupados por “tener”, nos hizo pensar que mientras más tuviésemos, menos angustia pasaríamos. Y es que nunca tendremos suficiente, de ahí que la única solución posible no sea otra que la prolongación del consumo, como si al final del camino hubiese una recompensa de seguridad. Los consumidores natos se identifican con la siguiente fórmula: “Yo soy = lo que tengo y lo que consumo”; es decir: mientras más tengo, más Soy. Soy y me identifico con lo que tengo, pero lo que tengo se puede perder. Entonces, todo es control y miedo: miedo a perder mis posesiones, miedo a perder ante los cambios, miedo a perder la salud, miedo a la muerte, miedo a perder mis certezas, miedo a quedarme solo, miedo a perder la juventud, miedo a perder la imagen que los demás tienen de mí. Y es por ello que nos volvemos grandes ansiosos, que vivimos preocupados por la posibilidad a perder lo poco o mucho que tenemos. (Basado en Fromm)2

Nos hemos vuelto desconfiados y agresivos, vivimos impulsados por la necesidad de controlar y poseer, como si de ese modo fuéramos a estar siempre protegidos, con un futuro asegurado y así, mágicamente y al final, aparecerá la felicidad. Quizás de este modo podría explicarse la conducta de personas que orientan su vida a la búsqueda desenfrenada de poder, olvidando a los demás y a sus seres queridos; personas que continuamente pretenden escapar de la angustia y de la inseguridad engendradas por el temor a perder lo que tienen. Así es como una sociedad niega progresivamente el valor de Ser uno mismo: promoviendo el consumo, el facilismo o el estrés, patrocinando el “exitismo”a como valor primordial, para estar confortablemente adormecido. Así también desconocemos la espiritualidad, sustancia que no puede comprarse o buscarse afuera porque está dentro de nosotros, en lo profundo, oculta detrás de las heridas, detrás de los prejuicios y mandatos sociales.

Atreverse a Ser es lanzarse a lo desconocido, es romper amarras, es amar, es elegirse, es escribir (en mi caso), gozar, transitar el dolor y la tristeza cuando nos visita, dudar de todo, sin dejar de confiar en que la vida no está en nuestra contra, solo quiere que despertemos a una nueva conciencia y seamos plenos.

Yo quería escribir, lo deseaba, y cuando lo hacía me sentía pleno y a veces al mismo tiempo venía la culpa, me asustaba y entonces me resistía. Las pocas veces que escribía sentía que me enfrentaba a mí mismo, era como mirar un espejo que devolvía una imagen, a veces real, otra distorsionada, imagen - sea cual fuere - que yo mismo había construido. Pese a todo, superé los obstáculos internos y escribí: la escritura fue mi camino.

Aunque los obstáculos son internos, el mundo occidental favorece, promueve y activa esas resistencias internas que hace que las personas se desvíen de su Camino Real. Qué acertado está Renée Locks cuando señala que “...el desafío es ser tú mismo en un mundo que está tratando de hacerte ser cualquier otro”.

Cuando hablo del camino del Ser (sinónimo del Sí Mismo) me refiero a la búsqueda de aquello que nos hace reales como personas, aquello que nos permite existir con dignidad, que le da sentido verdadero a nuestra vida cotidiana. Esta búsqueda nos conducirá a encontrar nuestra autenticidad, una búsqueda que no será lineal y que tendrá varios caminos, con un sinfín de entradas y salidas. Esto convierte a la vida en un laberinto de pasajes, en un juego, en palabras de Alan Watts, donde las reglas no están escritas ni las dicta la racionalidad sino el camino y el contacto pleno con nuestra interioridad.

Este libro trata en definitiva sobre la búsqueda del Sí Mismo (como lo concibe Carl Jung), del autoconocimiento y de los obstáculos que existen en ese camino.

La analista junguiana Marie-Louise von Franz dice:


En la mayoría de los sistemas religiosos se hace alusión a un centro divino del cual proviene el orden y la organización. Este centro aparece en los sueños a veces como un centro mismo, como mandala, ciudad interior, círculo, cuadrado u otra forma abstracta. O como niño divino salvador u otra figura redentora, como viejo o vieja sabia, alguien que guía nuestra vida psíquica. Todas estas figuras parecen apuntar hacia aquel centro de nuestra psique, en última instancia desconocido e incognocible. Para Jung, el Sí Mismo (con mayúscula) significa aquel centro supraordenado, interior y divino de nuestra psique que debemos explorar toda la vida (Pág.25).


Y se detiene para definir: “El Sí Mismo es el centro regulador y unificador de la psique total, consciente e inconsciente” (Pág.236).3

El título de este libro también habla de “camino”. ¿Por qué “camino”? Camino es por donde uno transita. Es lo que nos permite llegar de un lugar a otro. el camino es lo que nos comunica, es el acceso, es lo que nos va a conducir, en este caso, al Sí Mismo. Al camino se lo camina, y caminando podemos observar, saborear, disfrutar el andar, ejercitarnos; en el camino también hay obstáculos a sortear, por eso el camino es un aprendizaje continuo. No quise que el título comience con el adjetivo numeral “Un” ya que se podría interpretar que solo hay “un solo camino” y la realidad es que existen tantos caminos como personas. Aunque me atrevo a afirmar que sí hay un solo destino, que es el Sí Mismo. Y como dijo Gandhi: “Cuando uno se encuentra a sí mismo, otros te encuentran a ti.”

En un primer momento de mis estudios sobre Psicología, se me hizo presente que lo más importante son los aspectos cognitivos- racionales, el pensamiento de una persona. Esto se debe a que en la facultad ubican al Psicoanálisis como la única teoría profunda y científica, la única verdad, en donde se valorizan desproporcionadamente los aspectos racionales, supuestamente para acceder al inconsciente (que es lo menos racional del psiquismo). Al estudiar la teoría Cognitiva comprendí definitivamente la implicancia de los procesos mentales para la vida de un ser humano (Cap.1). Pero luego, en mi propio proceso de autodescubrimiento, me di cuenta que no todo se trata de la mente y reconocí la importancia fundamental de las emociones para la vida, y supe que muchos de los llamados trastornos mentales se relacionaban realmente con trastornos emocionales. estos trastornos se originan en el desconocimiento del funcionamiento de las emociones, en el descuido de lo afectivo y la falta de una educación emocional (Cap.2). Y a medida que me fui haciendo adulto, me surgieron preguntas que no se respondían tan fácilmente, y que por mi profesión y experiencia me di cuenta que están en el núcleo de la vida de toda persona: me refiero a los cuestionamientos existenciales (Cap.3). Por último, y lo más reciente en mi vida, fue el despertar a la espiritualidad, un aspecto que desestimé por años y, en general, resistido por la vida académica. Al abrirme a la espiritualidad, se transformó toda mi vida y la visión del mundo, y descubrí que somos seres espirituales transitando una experiencia terrenal de aprendizaje y evolución (Cap.4).

El ser humano es la integración de estos cuatro componentes: lo cognitivo, lo emocional, lo existencial y lo espiritual. Ninguno es más importante que otro. Nuestro equilibrio se da por el conocimiento y desarrollo armónico de estos cuatro factores durante el transcurso de nuestra vida. Y al explorar estos aspectos, podremos llegar a conocernos, desarrollar todo nuestro potencial y por fin dejar atrás el sufrimiento innecesario y convertirnos en quién realmente somos.

La búsqueda de la plenitud es la búsqueda del Sí Mismo, para lo cual habremos de conocer y caminar por estos paisajes humanos.


Bibliografía

1- Aguinis, M. (1991) La Gesta del Marrano. Editorial Planeta. Buenos Aires.

2- Fromm, E. (2007) Del Tener al Ser. Ediciones Paidós ibérica. Barcelona.

3- Boa, F. (1997) El camino de los sueños/conversaciones con Marie- Louise von Franz. Editorial Cuatro Vientos. Chile.



a No confundir éxito con exitismo. Según el diccionario de la Real Academia Española, éxito es el resultado feliz de un negocio, actuación, etc.; mientras que exitismo es un afán desmedido de éxito. “A la gente se la envuelve en un vértigo de exitismo total. El éxito es caerse y levantarse con más fuerza, sacar el oro que tenemos dentro es una permanente conquista. Acá se piensa que el éxito es alcanzar un número y entonces estamos formando generaciones de fracasados, porque si vamos por el número sólo son exitosos diez en un millón. Y así estamos destruyendo nuestra propia sociedad, nuestros sueños”: Sergio Vigil, entrenador del seleccionado argentino femenino de hockey.

CAPÍTULO 1