BIBLIOTHECA IBERO - AMERICANA

Publicaciones del Instituto Ibero-Americano

Fundación Patrimonio Cultural Prusiano

Vol. 145

Ìndice

Introducción
Christian Büschges/Olaf Kaltmeier/Sebastian Thies
Culturas políticas en la región andina. Actores, prácticas y discursos

¿Hacia una renovación de la democracia? Prácticas y representaciones políticas entre participación ciudadana y neo-populismo

Hans-Jürgen Burchardt
Diez años de revolución bolivariana en Venezuela: avances y atrasos

Nidia Catherine González
¿Participación ciudadana y cultura política en Colombia? Un contraste de las experiencias de la Asamblea Constituyente de Mogotes y del Proyecto Nasa del Cauca

Andrea Kramer/Ulrich Müller
Reformas políticas y ownership. El caso de las políticas de descentralización en Bolivia

Pablo Ospina Peralta
Corporativismo, Estado y revolución ciudadana. El Ecuador de Rafael Correa

Actores políticos y espacios públicos

Andrea Blumtritt
¿A quién le pertenece el espacio público? La reorganización del espacio público desde una perspectiva de género

María Pilar García-Guadilla
La praxis del poder popular en Venezuela: ciudadanía, inclusión y autonomía de las organizaciones sociales bolivarianas

Hinnerk Onken
El movimiento de los Liberal-Independientes en Arequipa a comienzos del siglo XX

Simón Ramírez Voltaire
De kollas y cambas: Sindicato Agrario y Comité pro Santa Cruz como instituciones claves en los espacios políticos fragmentados de Bolivia

Politizaciones de lo étnico, etnizaciones de lo político

Christian Büschges
Estado, ciudadanía y nación. Repúblicas liberales y comunidades indígenas en los Andes sudamericanos durante el siglo XIX

Marta Irurozqui
Herencias escamoteadas. Una reflexión sobre los procesos de politización y de incorporación nacional de la población indígena, siglo XIX

Almut Schilling-Vacaflor/Bettina Schorr
“Desenredando el nudo”: movimientos sociales, identidades culturales y estrategias políticas en Bolivia

Juliana Ströbele-Gregor
Globalización y cultura: la dinámica del derecho. Comentarios e hipótesis

Jonas Wolff
Del gobierno a la crisis. Acerca del debilitamiento del movimiento indígena ecuatoriano

Cooperaciones y conflictos transnacionales

Hartmut Sangmeister/Alexa Schönstedt
Tordesilhas revisado: perspectivas de novas alianças econômicas no espaço andino

Theodor Rathgeber
Cooperación interandina: organizaciones indígenas como actores internacionales

La cultura como recurso (político): políticas de identidad, cultural policy y producción cultural en el espacio andino

Olaf Kaltmeier/Sebastian Thies
¡Atrévete a mirarte! Régimen postcolonial de representación y políticas culturales en la cooperación para el desarrollo en Bolivia

Marco Navas Alvear
Revueltas en lo público. Medios ciudadanos como actores de la crisis política de 2005 en Ecuador

Marco Thomas Bosshard
Warisata en el arte, la literatura y la política boliviana. Observaciones acerca del impacto de la Escuela Ayllu en la producción artística boliviana y la nueva legislación educativa del gobierno de Evo Morales

Maria Dabringer
Consumo local/global en Quito: ‘Tradiciones globalizadas’ en el contexto urbano

Autoras y autores

Christian Büschges/Olaf Kaltmeier/Sebastian Thies

Culturas políticas en la región andina. Actores, prácticas y discursos

Este volumen hace una reflexión sobre los cambios que ha sufrido el espacio político de la región andina desde la época de los noventa hasta la actualidad. En efecto, después de las grandes convulsiones de los años sesenta, setenta y ochenta, marcados por regímenes dictatoriales y actividades guerrilleras, los países andinos han cobrado de nuevo una atención particular entre la comunidad científica y la prensa internacional.1 Pensamos sobre todo en dos corrientes políticas, ambas ligadas a personajes particulares: Hugo Chávez y Evo Morales. Mientras que Hugo Chávez y su así llamada “Revolución Bolivariana” en Venezuela han sido interpretados como el nacimiento de una “nueva izquierda” latinoamericana, o incluso de un nuevo “socialismo del siglo XXI” (Heinz Dietrich, siguiendo las ideas de Alexander V. Buzgalin), la presidencia de Evo Morales manifiesta el (re-)nacimiento de un fuerte movimiento indígena que ha logrado cuestionar las bases fundamentales de la representación política tradicional. Cabe resaltar que estas nuevas corrientes políticas no constituyen casos aislados, sino que están mutuamente vinculadas por lazos personales y temáticos y, además, han adquirido una fuerte dimensión inter y trasnacional.

Cuando el antiguo teniente coronel y golpista Hugo Chávez asumió el poder en 1999, éste era aún considerado como un fenómeno exótico y transitorio. No obstante, debido a su gran popularidad entre los sectores populares, su firmeza frente a la oposición interior y su fuerte presencia a nivel internacional, Chávez se ha convertido en el político más conocido y a la vez más controvertido de América Latina. Adicionalmente, el estilo político de Chávez ha sido interpretado como una nueva ola de populismo también observable hoy en día en la actuación de otros presidentes de la región, tales como Rafael Correa en el Ecuador (Werz 2010).

Fuera del estilo político poco ortodoxo de Hugo Chávez, llama la atención el hecho de que haya sabido acoger e incluso acuñar algunas de las agendas políticas más importantes de la región, como son la lucha contra la pobreza, el rechazo contra el neoliberalismo radical, la búsqueda de una mayor independencia respecto a Estados Unidos de Norteamérica y la integración cultural, política y económica de América Latina. Alrededor de esta amplia agenda se ha creado una red política que ha integrado a su último miembro el primero de marzo de 2010, con la prestación de juramento del ex guerrillero José “Pepe” Mujica como nuevo presidente de Uruguay.

Si bien la crítica del neoliberalismo se articula hoy en día en muchos países de América del Sur, incluyendo –aunque en diversa intensidad– a Chile, Argentina y Brasil, el caso de algunos países andinos demuestra una dinámica política específica, sobre todo en Colombia, Ecuador y Bolivia. Esta dinámica se observa ante todo en la movilización política de la población indígena de dichos países, que se inicia en los años setenta del siglo XX y se convierte hasta la década de los noventa en un movimiento indígena amplio y transnacional (Ströbele-Gregor 2004: 163-186; Kaltmeier 2009). Así, es en Colombia donde en el año 1991 se aprueba por primera vez una Constitución en la que se declara el carácter multicultural de la nación, incluyendo normas para proteger y fomentar a los diferentes grupos indígenas y afroamericanos. Hasta hoy, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia ya han tomado la misma medida; Chile aún no pertenece a este grupo.

Asimismo, el antiguo campesino cocalero y presidente del Movimiento al Socialismo Evo Morales, asumió en el 2006 el cargo político más alto de un país latinoamericano como primer presidente de ascendencia indígena. El hecho de que los movimientos indígenas constituyan hoy en día un actor central en el espacio político de la región andina demuestra su capacidad de vincular la defensa de los derechos culturales específicos con agendas políticas abiertas a otros grupos sociales y movimientos subalternos.

Las alianzas peculiares que se han dado entre amplios movimientos sociales –y sobre todo étnicos– y actores políticos que se mueven fuera del sistema tradicional de partidos, generan varias preguntas importantes acerca del cambio en la cultura política en la región andina desde los años noventa del siglo XX. El propósito de este volumen es discutir dicho cambio político desde una perspectiva interdisciplinaria, en su contexto histórico, económico, social y cultural.

El término “cultura política”, el cual sirve como punto de partida para esta discusión, refleja algunos cambios surgidos últimamente en las ciencias políticas y en los estudios de los movimientos sociales (Alvarez 1998; Kaltmeier/Kastner/Tuider 2004), sobre todo en la disciplina científica de la historia política (Frevert/Haupt 2005; Baker 1994). Incentivada en gran parte por el giro lingüístico de los años ochenta, la investigación acerca de “lo político” en la historia y la actualidad se ha alejado del enfoque tradicional en el análisis de (pre-)determinados actores e instituciones políticos –sobre todo estatales– y en el estudio de los procesos de decisión política adscritos a estos actores e instituciones. En cambio, el estudio de la cultura política se interesa por la lengua y las semánticas políticas, que no sólo reflejan sino que también producen las relaciones de poder.2 Desde esta perspectiva, la lengua emerge como un lugar de negociaciones y luchas por el poder, donde se definen las fronteras de lo que se puede decir y hacer (Steinmetz 1993). De allí nace el interés de la historia política por enfocarse en los actores y discursos que construyen comunidades políticas imaginadas, y que definen de esta manera las reglas de inclusión y exclusión en el espacio político. Este último se entiende aquí como un espacio de comunicación que permite identificar los procesos concretos de politización de actores y temas particulares (Luhmann 2010). En ese sentido, son de interés sobre todo las luchas y negociaciones por la interpretación del mundo social y los recursos discursivos que los diferentes actores utilizan para entrar, hacerse escuchar e imponer agendas en el espacio político. Es este aspecto dinámico de las negociaciones y luchas entre actores y semánticas diferentes lo que nos permite hablar de “culturas políticas”, en plural, en lugar de una sola cultura política.

En el contexto concreto de los cambios políticos que han sufrido los países andinos desde los años noventa hasta la actualidad, el término “culturas políticas” se refiere, entre otros, a los estilos políticos calificados de personalismo o populismo, así como a aquellos discursos étnicos (sobre todo indígenas) de representación y participación política que han llegado a formar una característica central de esta región. Estas corrientes políticas se distinguen claramente de los movimientos sociales y de las organizaciones políticas clásicos de los años setenta y ochenta, tales como los sindicatos, partidos, etc. Partiendo de este enfoque sobre las culturas políticas, las contribuciones de este volumen analizan las prácticas y los discursos políticos utilizados por diferentes actores y discuten su importancia respecto a las continuidades y a los cambios políticos en la región andina desde los años noventa del siglo XX hasta la actualidad.

1. ¿Hacia una renovación de la democracia? Prácticas y representaciones políticas entre participación ciudadana y neo-populismo

Los aportes a este capítulo analizan la difusión y la competencia entre conceptos tradicionales y nuevos por definir la nación y construir la participación política desde los años noventa del siglo XX hasta la actualidad. Desde la época de la independencia, la construcción de las identidades nacionales, los parámetros económicos y sistemas políticos en los países de la región andina han sido influenciados fuertemente por modelos desarrollados en los centros del hemisferio occidental, tanto europeos como norteamericanos. Sin embargo, la aceptación de estos modelos ha disminuido considerablemente desde los años noventa del siglo XX. En un primer momento, aproximadamente hasta el cambio del milenio, se dio un proceso de reformas en los países de la región andina que buscó reformar la representación política de las democracias tradicionales a través de la elaboración de nuevas cartas constitucionales, acentuando de esta manera el carácter “multinacional”, “pluricultural” o “multiétnico” de las respectivas sociedades y optando por una descentralización del poder. No obstante, el impacto de estas reformas constitucionales sobre las lógicas institucionales y las prácticas de poder en el espacio político ha sido limitado. Por esta razón, las críticas al sistema político tradicional y la búsqueda de nuevas formas de legitimar el ejercicio del poder siguen vigentes hasta la actualidad. Los sistemas tradicionales de partidos y la autoridad de los presidentes pertenecientes a éstos siguen en crisis, teniendo como consecuencia que se defiendan cada vez más los modelos políticos de “democracia directa” o “plebiscitaria”. No obstante, con esta tendencia crece el peligro de una resurrección de estilos políticos autoritario-populistas. En este contexto, Hans-Jürgen Burchardt presenta en su artículo “Diez años de revolución bolivariana en Venezuela: avances y atrasos” un balance crítico del gobierno de Hugo Chávez. Por un lado, pone de relieve sus incuestionables logros, sobre todo en el ámbito de la lucha contra la pobreza, el mejoramiento del sistema educativo, la política social y la promoción de la participación local. Por otro lado, Burchardt enfatiza el hecho de que uno de los blancos centrales de la agenda de Chávez, la construcción de una democracia social y participativa, ha desembocado en un paternalismo estatal y en una desinstitucionalización que amenazan con repetir la larga historia de la cultura política venezolana basada en el patronazgo y el clientelismo.

Sin embargo, las críticas contra el sistema tradicional de partidos no solamente han conllevado cambios políticos a nivel nacional, sino que también se ha podido constatar un proceso de emancipación de amplios sectores sociales que han impuesto a nivel local nuevas prácticas y representaciones políticas durante los últimos decenios. En su artículo “¿Participación ciudadana y cultura política en Colombia? Un contraste de las experiencias de la Asamblea Constituyente de Mogotes y del Proyecto Nasa del Cauca”, Nidia Catherine González analiza dos casos considerados como modelos del ejercicio democrático participativo promulgado por la Constitución colombiana de 1991: el movimiento indígena Nasa del norte rural del Cauca y el movimiento ciudadano de la Asamblea Constituyente de Mogote. Dichos movimientos son presentados como dos modelos locales de una cultura y participación política amplia frente al sistema político nacional, caracterizado –según la autora– por una cultura dominante excluyente y por prácticas clientelistas de inclusión. Asimismo, Andrea Kramer y Ulrich Müller analizan en su artículo “Reformas políticas y ownership. El caso de las políticas de descentralización en Bolivia” los logros y límites de la “municipalización” sistemática del país a partir de 1994 y las posibilidades de los programas de cooperación al desarrollo para apoyar los procesos participativos a nivel local a través del fortalecimiento del capital social de la población, respetando a la vez los valores y las prácticas locales, y poniendo de relieve, entre otros, el proyecto de la cooperación técnica alemana en el distrito municipal indígena de Kaami, en el Chaco.

En su artículo “Corporativismo, Estado y revolución ciudadana. El Ecuador de Rafael Correa”, Pablo Ospina Peralta observa en el caso del Ecuador una política del actual gobierno que tiende a debilitar la participación de organizaciones sociales en la vida política del país. Bajo el lema de la “revolución ciudadana”, la actual administración opugna lo que el presidente llama el corporativismo en el país, cortando la influencia que habían adquirido varias organizaciones sociales durante los últimos dos decenios en la administración de asuntos públicos, desde los sindicatos tradicionales hasta las nuevas organizaciones indígenas, promocionando en cambio el concepto del “ciudadano” basado en el mérito personal.

2. Actores políticos y espacios públicos

Esta sección se enfoca en el papel que desempeñan diferentes actores políticos y sociales en las nuevas dinámicas de las culturas políticas andinas. En particular, se analizan las prácticas, los discursos y las percepciones de las realidades de actores particulares y su interacción con otros actores relevantes. Subrayamos en este acápite que la cultura política no es una esfera estructural ajena del quehacer de los actores, sino que la delimitación de lo político –es decir, lo que se entiende en un momento dado como político– depende de las prácticas discursivas y no-discursivas de diferentes actores sociales. Esto implica un concepto constructivista, amplio y dinámico de lo político donde sus límites están siempre en discusión. De ahí se deriva la importancia preliminar de espacios públicos donde diferentes actores puedan interactuar para promover dinámicas en las culturas políticas, tales como procesos de politización y de-politización. Cabe anotar que en la región andina, con su inacabado proceso de la construcción de la nación, con la persistencia de varias sub-soberanidades, con un paisaje de prensa limitado y en el contexto de procesos de transnacionalización, el espacio político se presenta muy fragmentado hasta el punto de poder considerar la existencia de varios espacios políticos que se separan y entrelazan a la vez.

En su contribución titulada “¿A quién le pertenece el espacio público? La reorganización del espacio público desde una perspectiva de género”, Andrea Blumtritt analiza la transformación y reorganización de espacios públicos a partir de dinámicas migratorias translocales en la aglomeración urbana La Paz/El Alto.

Por su parte, María Pilar García-Guadilla analiza en el artículo “La praxis del poder popular en Venezuela: ciudadanía, inclusión y autonomía de las organizaciones sociales bolivarianas” a las organizaciones sociales afines al proyecto del presidente de Venezuela Hugo Chávez, desde el enfoque combinado de identidad y movilización de recursos, para dar a conocer los alcances y los límites de la denominada “democracia participativa” en este país.

En su ensayo “El movimiento de los Liberal-Independientes en Arequipa a comienzos del siglo XX”, el historiador Hinnerk Onken discute las estrategias y formas organizativas del movimiento liberal desde una perspectiva translocal a comienzos del siglo XX, así como su impacto en la cultura política.

En el marco de un proceso social en Bolivia que desafía al modelo del Estado liberal monolítico-centralista, el artículo “De Kollas y Cambas: Sindicato Agrario y Comité Cívico como instituciones claves en los espacios políticos fragmentados de Bolivia”, del sociólogo Simón Ramírez Voltaire, discute las dinámicas locales a partir de dos casos opuestos, uno en la región “Cordillera” del municipio Tiquipaya en el departamento de Cochabamba, y otro, en un barrio urbano de Santa Cruz de la Sierra. En ambos casos se manifiesta una ambigua intensificación de procesos deliberativos entre distintos actores, la frecuente existencia de organizaciones paralelas al Estado y el predominio de procesos legitimatorios político-ideológicos frente a procesos legítimamente legales que tienden a ser anulados.

3. Politizaciones de lo étnico, etnizaciones de lo político

Desde principios de los años noventa del siglo XX se observa en los países de la región andina una alta coyuntura de movimientos étnicos que ha producido algunos cambios significativos en la cultura política, los cuales se pueden caracterizar como una (re-)politización de lo étnico y, por consecuencia, como una (re-)etnización de lo político. A medida que cada vez más grupos indígenas y –en menor escalaafroamericanos se han movilizado para exigir la salvaguardia de su identidad cultural particular por parte del Estado, la etnicidad se ha transformado en un recurso político importante. El resultado más visible de este proceso es, sin duda, el hecho de que durante los años noventa se promulgasen en la mayoría de los países andinos nuevas cartas constitucionales que definen a sus respectivas sociedades como pluri-culturales o multiétnicas. Más allá de este cambio político-jurídico general, se observa una fuerte presencia de actores y semánticas étnicos en el espacio político de la región, de manera que la etnicidad constituye hasta el presente un elemento importante de la participación y representación política de los países andinos.

Esto no quiere decir que lo que se denomina como “etnización de lo político” constituya un fenómeno exclusivamente contemporáneo. Ya durante el período colonial de la América hispánica, las relaciones sociales y los mecanismos de la inclusión y exclusión política se basaron en una diferenciación étnica de la sociedad colonial sancionada jurídicamente por la Corona española (Mörner 1967). Con la independencia de las antiguas colonias españolas y la construcción de las nuevas comunidades políticas a principios del siglo XIX, se dio en la región andina un traslado semántico de motivos étnicos en el pensamiento nacional y de motivos nacionales en el pensamiento étnico. A pesar de que los fundadores de los nuevos Estados andinos se apropiaron del principio de la ciudadanía individual y universal –surgido en el mundo occidental de fines del siglo XVIII–, la supuesta diversidad étnica de las sociedades sigue desempeñando un papel central en las negociaciones y luchas por el orden político poscolonial en la región andina.

Desde principios del siglo XIX hasta la actualidad se han desarrollado e impuesto en la región andina y en otras partes de América Latina diferentes modelos políticos de integración de una sociedad diferenciada étnicamente. En una primera fase, que duró aproximadamente hasta finales del siglo XIX, se produjo la imposición estatal del modelo de la unidad nacional acompañado a nivel local de la persistencia de grupos sociales, sobre todo comunidades indígenas, que mantuvieron un estatus jurídico particular, una identidad étnica propia y un nivel restringido de autogestión política y económica. En una segunda fase, que comienza en los últimos decenios del siglo XIX, se observa de parte de los gobiernos andinos el desarrollo de políticas de asimilación dirigidas en primer lugar a la población indígena, considerada como retrasada y como un obstáculo para la modernización de la sociedad. En una tercera fase, que comienza aproximadamente en los años setenta del siglo XX, surgen y se expanden rápidamente los ya mencionados movimientos indígenas, hecho que finalmente abre durante la década de los noventa espacios políticos a nivel nacional para negociar un nuevo modelo de integración de la sociedad en un Estado multi-étnico.

Christian Büschges y Marta Irurozqui analizan en sus respectivas aportaciones el nacimiento y desarrollo del complejo tejido político poscolonial del siglo XIX. Büschges, en su artículo “Estado, ciudadanía y nación. Repúblicas liberales y comunidades indígenas en los Andes sudamericanos durante el siglo XIX”, discute los diferentes espacios, estrategias y discursos políticos de los que la población indígena de la región andina central hizo uso durante dicho siglo para reivindicarse como parte del Estado-nación sin renunciar al estatus particular, semi-autónomo de sus comunidades. Esta concepción de una heterogeneidad cultural y política del Estado, de la ciudadanía y de la nación no debe ser entendida como un mero reflejo del modelo de las dos repúblicas del período colonial, sino como un primer aporte olvidado o silenciado a un debate muy vigente.

Por su parte, en el artículo “Herencias escamoteadas. Una reflexión sobre los procesos de politización y de incorporación nacional de la población indígena, siglo XIX”, Marta Irurozqui pone de relieve las diferentes formas de participación y representación política de la población indígena durante el primer siglo de independencia de Bolivia. Su discusión parte de las connotaciones coetáneas del concepto de ciudadanía, argumentando que hasta finales de siglo XIX los indígenas buscaron y lograron integrarse en la comunidad nacional de ciudadanos de manera efectiva, primero como trabajadores y contribuyentes, y posteriormente, a partir de mediados del siglo, como soldados de milicias, demostrando de esta manera sus cualidades cívicas. Sólo a partir de fines de siglo, después de la guerra del Pacífico, la sociedad mayoritaria criolla-mestiza optó por un concepto abiertamente esencialista o culturalista de la ciudadanía que excluyó a la población indígena de la comunidad nacional a causa de su supuesta inferioridad civilizatoria.

Almut Schilling-Vacaflor y Bettina Schorr, en su artículo “Desenredando el nudo: movimientos sociales, identidades culturales y estrategias políticas en Bolivia”, analizan los procesos de la politización étnica en Bolivia a través de las cuatro organizaciones sociales más grandes del país que actualmente se representan como indígenas: la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia (CSCB), el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qulla-suyu (CONAMAQ) y la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB). Las autoras observan que lo que es visto desde afuera como un movimiento indígena unificado, abarca organizaciones con orientaciones diferentes que se enfrentan a la sociedad dominante. Además se puede observar una lucha por poder y por privilegios entre las mismas organizaciones.

A finales del siglo XX se dio de nuevo un replanteamiento del concepto de ciudadanía, generado esta vez a partir de la crítica del Estado-nación tradicional, lo que condujo finalmente a la proclamación de la pluralidad cultural de las sociedades andinas a nivel constitucional. Como consecuencia de este desarrollo, a partir de los años noventa se introdujeron en algunos países andinos normas jurídicas colectivas basadas en la identidad étnica (indígena) de determinadas fracciones de la sociedad. En este contexto, Juliana Ströbele-Gregor discute en su aporte “Globalización y cultura: la dinámica del derecho. Comentarios e hipótesis” el desafío que significa afirmar la existencia de una cultura indígena propia para los derechos humanos universales y los sistemas jurídicos de los Estados de la región andina (y de otras partes de América Latina). La discusión jurídica y política sobre la definición de los ámbitos jurídicos en los que el derecho indígena “tradicional” puede ser aplicado, y el debate sobre los derechos de la mujer en las comunidades indígenas, se efectúan hoy en día en el marco de una comunicación global en torno a la relación entre los derechos individuales y los derechos colectivos.

Finalmente, Jonas Wolff muestra en su artículo “Del gobierno a la crisis. Acerca del debilitamiento del movimiento indígena ecuatoriano” los límites y problemas de la movilización étnica en el espacio político, poniendo de relieve un área conflictiva central de la actuación de la dirigencia indígena. Por un lado, los líderes y organizaciones indígenas reivindican una alternativa democrático-participativa frente al sistema político tradicional; por el otro lado, una parte considerable de esta misma dirigencia del movimiento es cooptada por el Estado a través de su inclusión en la administración de diferentes instituciones públicas dedicadas exclusivamente a asuntos indígenas, tituciones públicas dedicadas exclusivamente a asuntos indígenas, lo que ha terminado por profundizar la ya existente división interna del movimiento.

4. Cooperaciones y conflictos transnacionales

Las relaciones interestatales en la región andina se canalizan desde la década de 1960 del siglo pasado en gran medida a través de la Comunidad Andina (CAN; Pacto Andino hasta 1997). La organización surgió en 1969, en el contexto de la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones propagada por la CEPAL. En los primeros años, los países miembros apostaron por una planificación e implementación conjunta de proyectos de desarrollo industrial a nivel subregional. Con la crisis de la deuda, el subsiguiente giro hacia el neoliberalismo y las liberalizaciones comerciales unilaterales de los años 80, se hizo cada vez más difícil mantener tal régimen comercial en razón del incremento de la competencia entre los países. El comercio intrarregional fue disminuyendo, hasta que, en 2007, ya no representaba sino sólo el 9,3% del volumen total del comercio exterior de los Estados miembros.

En los años 90, hubo fases en que los Estados miembros buscaron compensar las debilidades de la integración comercial con una mayor integración política, lo que resultaba posible por cuanto existía cierta coincidencia de intereses entre los gobiernos de la época en lo que respecta a la democracia liberal y un régimen económico liberal. La escalada militar que trajo consigo, en 1995, el conflicto fronterizo bilateral entre Perú y Ecuador puso punto final a estos esfuerzos. En el estado de la integración subregional influyeron también, en los años siguientes, las crisis políticas internas que sacudieron a los países miembros de la CAN, en especial a Bolivia, Ecuador y Venezuela. Las discrepancias políticas y en materia de estrategias de desarrollo que separan a los países miembros de la Comunidad han ido acentuándose en los últimos diez años. El gobierno venezolano presidido por Hugo Chávez, que viene ejerciendo el poder desde 1999, el gobierno boliviano del presidente Evo Morales, que asumió el poder en 2006, y en creciente medida el gobierno ecuatoriano encabezado desde 2007 por el presidente Rafael Correa, representan una ruptura con las élites políticas y económicas tradicionales de sus países que viene acompañada de un gran escepticismo frente la democracia liberal representativa y un rumbo económico izquierdista nacionalista. Bolivia y Ecuador se han adherido a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) propagada por Venezuela. En cambio, los gobiernos de Colombia y Perú se inclinan por una estrecha cooperación política y sobre todo económica con los Estados Unidos. Ambos países han suscrito tratados de libre comercio bilaterales con los Estados Unidos.

La firma de estos tratados provocó, en abril de 2006, el retiro de Venezuela de la Comunidad Andina, por considerarlos contrarios a las ideas fundamentales de la CAN. La retirada de Venezuela supuso un debilitamiento considerable de la CAN en el campo económico. Las relaciones entre los miembros remanentes de la CAN son todo menos armoniosas. La incursión de militares colombianos en territorio ecuatoriano, en marzo de 2008, en persecución de miembros de la guerrilla de las FARC, ha tensado considerablemente las relaciones bilaterales. Hoy día, la Comunidad Andina se encuentra en una situación difícil. Las profundas divergencias de las ideologías políticas y económicas, asociadas a la escasa importancia del comercio entre los países miembros, no ofrecen una buena base para dar nuevos impulsos a la integración. A ello se suma el hecho de que el proceso de integración carece de legitimación social. Para muchas personas la CAN tiene poco o ningún significado; no es posible hablar de una “identidad andina”.

En su artículo “Tordesilhas revisado: perspectivas de novas alianças econômicas no espaço andino”, Hartmut Sangmeister y Alexa Schönstedt echan una ojeada a la historia de la integración andina y analizan después el desarrollo de la CAN. Los autores hablan de “la cronología de una muerte agónica”. También se interesan por los impactos de los nuevos modelos de integración –la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la ALBA– sobre las relaciones interestatales en la región andina.

En la contribución “Cooperación interandina: organizaciones indígenas como actores internacionales”, Theodor Rathgeber analiza la cooperación interandina desde la perspectiva de las organizaciones indígenas, refiriéndose a los intentos de reorganización y re-estructuración social de las sociedades andinas a nivel regional. Asimismo muestra algunas iniciativas existentes en países como Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia y Chile, siendo Bolivia, Ecuador y el Perú los países con mayores porcentajes de personas de origen indígena en relación al total de la población nacional. El autor destaca que la cooperación y coordinación a nivel andino entre las comunidades y los pueblos indígenas no es nada nuevo. Lo que sí es nuevo es la forma de cooperar y coordinarse voluntariamente para involucrarse en la toma de decisiones políticas a nivel regional.

5. La cultura como recurso (político): políticas de identidad, cultural policy y producción cultural en el espacio andino

Los regímenes de representación son un factor elemental en las culturas políticas, dado que en ellos se negocia respecto al poder simbólico y las formas legítimas de visión y división del mundo social. De un lado, se atribuye al Estado el poder de llevar a cabo la clasificación del mundo social; del otro, son las industrias culturales las que son percibidas como los actores más importantes en la producción de imaginarios sociales. Sin embargo, desde el enfoque de los Estudios Culturales se puede decir que todos los actores –a nivel de la vida cotidianaejercen de alguna manera políticas culturales.

En la contribución “¡Atrévete a mirarte! Régimen postcolonial de representación y políticas culturales en la cooperación para el desarrollo en Bolivia” de Olaf Kaltmeier y Sebastian Thies, se coloca en el centro del debate un amplio proyecto sobre el “Estado del Estado”, este último realizado por el programa de las Naciones Unidas para Bolivia (PNUD) en el 2007, que acompañó de esta manera –en su calidad de organismo supranacional– los procesos de transformación en Bolivia después del triunfo electoral de Evo Morales y su Movimiento al Socialismo (MAS). En su contribución, los autores se enfocan en las relaciones de representación, así como en las negociaciones de principios de visión y división sobre estatalidad en Bolivia y la producción cultural del Estado, inherentes en el informe del proyecto y en la película documental denominada “El Estado de las cosas”.

La contribución “Revueltas en lo público. Medios ciudadanos como actores de la crisis política del 2005 en Ecuador” de Marco Navas Alvear se centra en la transformación del espacio público y sus implicaciones políticas durante el fenómeno de protesta denominado “Revolución de los forajidos” que antecedió al último derrocamiento presidencial en Ecuador (Lucio Gutiérrez, abril 2005). Dicha protesta es considerada en el artículo como una nueva forma de publicidad política, construida a partir de la interacción relativamente espontánea de miles de ciudadanos –los llamados “forajidos”- con un grupo de medios de comunicación (ciudadanos/alternativos), y mediante el uso de nuevas tecnologías de comunicación, tales como la telefonía móvil.

El ensayo “Warisata en el arte, la literatura y la política boliviana. Observaciones acerca del impacto de la Escuela Ayllu en la producción artística boliviana y la nueva legislación educativa del gobierno de Evo Morales” de Marco Thomas Bosshard explora las huellas que dejó el proyecto escolar Warisata en el arte y la literatura bolivianas, así como su importancia en las recientes transformaciones de la cultura política en Bolivia bajo el gobierno de Evo Morales. El autor argumenta que las aporías y los obstáculos con que se topa la transculturación literaria del vanguardista Gamaliel Churata –inspirado por Warisata– podrían también indicarnos algunas de las dificultades que debe enfrentar el gobierno de Morales al querer implementar las estructuras sociales indígenas en la nueva cultura política de Bolivia.

Para finalizar, Maria Dabringer explora en su artículo “Consumo local/global en Quito. ‘Tradiciones globalizadas’ en el contexto urbano” los procesos de transculturación relacionados con el consumo (alimenticio) en la vida urbana de Quito. Frente a la gran variedad expuesta en el consumo de alimentos, el artículo relativiza la teoría de que la expansión planetaria de una cultura global “determinante de la identidad” pueda acabar con la “autenticidad” cultural de una sociedad.

De esta manera, se demuestra a través de casos concretos cómo las mujeres en Quito utilizan –activa y estratégicamente– su conocimiento sobre las “tradiciones andinas” y la importancia de la comida como factor identitario, para lograr la denominada “integración al mercado” y con ella una mejora individual de sus precarias condiciones de vida.

Bibliografía