ÍNDICE

DEL FEDERALISMO AL NACIONALISMO O LA DOCTRINA DE LAS DOS RAZAS
Valentí Almirall (1841-1904)

1 «El federalismo de Almirall adquiría un aspecto más catalán cada día, y la savia racial le daba un gusto de cosa de nuestra tierra».

2 «Cuando una raza está en vías de regenerarse y algunos de sus hombres notables desfallecen, la raza no tiene en cuenta la falla, sino la afirmación. Algunos de estos hombres, a causa de la inexistencia de un ambiente racial autóctono, suelen acabar su vida volviéndose contra la propia mentalidad o las corrientes que infantilmente la representan, y en este caso, la raza, en lugar de seguirlos, se apropia de la doctrina elaborada por los tránsfugas y olvida la deserción. El recuerdo de los catalanes para Víctor Balaguer y Valentí Almirall se detiene en los últimos años de la vida de estos hombres».

3 Reproducido en Valentí Almirall: Articles polítics. «Diari Català» 18791881, La Magrana/Diputació de Barcelona, Barcelona, 1984, pp. 28-31.

4 Sobre el Diari Català, el lector puede consultar, entre otros, J. M. Figueres: El Diari Català plataforma d’exposició ideológica i d’activisme del catalanisme polític, tesis doctoral, UAB, Bellaterra, 1994, y El Primer diari en llengua catalana, Institut d’Estudis Catalans, Barcelona, 1999, así como J. Pich i Mitjana: Almirall i el Diari Català (1879-1881). L’inici del projecte politicideológic del catalanisme progressista, Eumo, Vic, 2003.

5 La afirmación de Pla no es exacta. La prioridad de la difusión de las ideas darwinianas parece corresponder a A. Machado y Núñez en la década de 1860. Cf. los clásicos en el tema: D. Núñez Ruiz: El darwinismo en España, Castalia, Madrid, 1977; y D. Núñez Ruiz: La mentalidad positiva en España: desarrollo y crisis, Túcar Ediciones, Madrid, 1975; así como T. F. Glick: Darwin en España: Ed. Península, Barcelona, 1982.

6 Josep Pla: Francesc Cambó, Destino, Barcelona, 1973, p. 15.

7 Las explicaciones de Almirall son de una claridad absoluta. La «ambigüedad» que los nacional-historiadores señalan es la suya, no la de Almirall. De ello depende, en último extremo, el origen «progresista» del catalanismo y la legitimidad del «federalismo asimétrico» de Maragall y Cía.

8 Publicadas en forma de carta en El Diluvio (29 de julio, 2 y 6 de agosto de 1881), fueron reunidas por Almirall en un opúsculo: Valentí Almirall: Explicaciones. Cartas políticas publicadas por V. Almirall en el periódico «El Diluvio», Impr. de El Principado, Barcelona, 1881.

9 El recurso al «mal» temperamento de Almirall por parte de Rovira para explicar la historia es claro signo de su temperamento como historiador.

10 A. Rovira i Virgili: Resum d’història del catalanisme, Barcino, Barcelona, 1936.

11 Utilizamos aquí la edición facsímil de 1978, que es la que citamos: F. Pi i Margall: La Qüestió de Catalunya (escrits i discursos), traducción catalana y prólogo de A. Rovira i Virgili; con una biografía de Pi i Margall; [Presentación de Antoni Jutglar]; [Societat Catalana d’Edicions, Barcelona, 1913], Alta-Fulla, Barcelona, 1978.

12 Se trata de una serie de seis artículos publicados entre el 10 de abril y el 19 de junio de 1912 bajo el título general mencionado por Rovira. Reproducidos en Antoni Rovira i Virgili: Nacionalisme i Federalisme, ed. de Isidre Molas, Edicions 62 y La Caixa, 1982.

13 E. Moliné i Brasés: «Resum sintètic de l’historia [sic] del catalanisme», en el fascículo Catalunya a Valencia, Barcelona, 1907.

14 A. Rovira i Virgili: «Estudis sobre Valentí Almirall», en Revista de Catalunya, n. 59, octubre de 1929. Reproducido parcialmente en A. Rovira i Virgili: Lectura de Pi i Margall, ed. a cargo de Leandre Colomer i Calsina, Edicions La Magrana i Diputació de Barcelona, Barcelona, 1990.

15 Las «diferencias filosóficas» entre ambos son de tal envergadura que sería un milagro la coincidencia. Rovira o no ha leído a los autores que cita o la nacionalidad es un saber que se halla en otra dimensión que la verdad.

16 A. Rovira i Virgili: Valentí Almirall, Editorial Barcino, Barcelona, 1936.

17 Almirall, en efecto, decidía suspender definitivamente la publicación de su diario el último día de junio de 1881, después de haber publicado un artículo, «En estat normal», en el que negaba que la circunstancia exigiera una solución extraordinaria (caveant consules), esto es, que fuera necesario buscar un jefe salvador. Él y los suyos no aceptaban otra fidelidad que la fidelidad a la idea: «com gent que som d’idea». Almirall afirma que siguen siendo federalistas (prácticos y positivistas) y que los otros, los piistas y pactictas, lo han de dejado de ser para hacerse «comunistas».

18 Aunque el término no figura como tal en el texto de Rovira, éste afirma: «En el federalismo catalán se habían ido marcando tres tendencias: la internacionalista o socializante, la españolista y la catalanista» (Rovira, 1936: 52).

19 Rovira reconoce en este texto que el autor de Las Nacionalidades era «idealista, racionalista, subjetivista, radical. El autor de Lo Catalanisme era positivista, realista, objetivista, ecléctico». Ello se debe a la preponderancia en el primero de los pensadores alemanes y franceses (Montesquieu, Herder, Hegel, Proudhon, Louis Blanch), mientras que en el segundo pesaría la influencia de pensadores anglosajones (Jefferson, Hamilton, Spencer, Darwin). Además, a diferencia de Almirall, la influencia de Taine sobre Pi sería nula (ib.: 47).

20 Las invocaciones a la raza se multiplican en el texto (recuérdese que estamos en los años 1947-1948): de Pitarra dice Rovira: «No hacía sino aprovechar y examinar una tendencia arraigada en la psicología de la raza»; de Puig i Cadafalch: «loa la simplicidad racial del estilo romántico» (ib.: 74).

21 Utilizamos aquí el neologismo «racialista» (común en los estudios franceses sobre la materia) para designar lo relativo a la doctrina de las razas (racialismo) y diferenciarlo así de racial/racismo, que reservamos para los comportamientos derivados del prejuicio racista.

22 Y, obiter dicta, también el pasaje del fuerismo al nacionalismo en Sabino Arana.

23 Publicada al día siguiente íntegramente en el Diari Català.

24 V. Almirall: Explicaciones. Cartas políticas publicadas por V. Almirall en el periódico «El Diluvio». Imprenta del Principado, Barcelona, 1881.

25 Josep M. Figueres: Valentí Almirall. Forjador del catalanisme polític. Generalitat de Catalunya, Barcelona, 2004.

26 Como se verá, será Rovira i Virgili en sus volatines teóricos el que «resolverá» esta contradicción mediante su «voluntarismo sincrético».

27 Francisco Pi i Margall: Las Nacionalidades [1876], estudio preliminar y notas de Antoni Jutglar, Edicusa, Madrid, 2.a edición, 1973.

28 Se trata de Francisco María Tubino: Historia del renacimiento literario, contemporáneo, en Cataluña, Baleares y Valencia, Imprenta y Fundición de M. Tello, Madrid, 1880. Hemos actualizado la ortografía del original.

29 «España se ha ido empequeñeciendo desde que las circunstancias hicieron que la raza menos pensadora y menos ilustrada fuera la que dominara».

30 Los artículos a los que se refiere Tubino, primeros textos racialistas de Almirall son: V. Almirall «Los ministres catalans I y II», en Diari Català, n. 94 (30 de agosto de 1879), pp. 87-88; y n. 98 (3 de septiembre de 1879), pp. 134-135, respectivamente. Reproducidos en Valentí Almirall: Articles polítics. «Diari Català» 1879-1881, La Magrana/Diputació de Barcelona, Barcelona, 1984, pp. 32-38.

31 Horst Hina en su libro Castilla y Cataluña en el debate cultural 1714-1939. Historia de las relaciones ideológicas catalano-castellanas (versión castellana de Ricard Wilshusen, ed. corr. y ampl., Península, Barcelona, 1986), será el primer historiador en afrontar con decisión el racialismo de Almirall: «El esfuerzo por la identidad nacional se convierte [en Almirall y Gener] en una teorización sobre la raza, que en el adversario sólo puede ver un inferior. De todas maneras no debe pasarse por alto el tono irónico de Gener; él insinúa una interpretación metafórica de sus declaraciones. También la permanente autocrítica catalana permite concluir que la interpretación ideológica debe considerar sobre todo el elemento de debilidad y desesperación en que se basa esta teorización racial, y que es más importante que la conciencia de fuerza que estas declaraciones quieren despertar, pues la oposición federalista no está en situación de imponer sus ideas; la impotencia de la burguesía progresista se evidencia a finales de siglo no solamente en el conflicto con Madrid, sino también en la misma Cataluña, donde Almirall debe retirarse y donde una alianza de la gran burguesía se hace cargo de la dirección del movimiento catalán. Mas no por ello deben subvalorarse estas teorizaciones sobre la raza como momento peligrosamente irracional dentro del catalanismo» (Hina, 1986: 174-175). El énfasis es mío.

32 Valentí Almirall: L’Espagne telle qu’elle est, Imp. Centrale du Midi, Montpelier, 1886. Reed. ampliada: Albert Savine, Paris, 1887. España, tal cual es, López editor, Barcelona, 1886 (reed.: España tal como es, estudio preliminar y notas críticas a cargo de Antoni Jutglar, traducción de Rosario Fernández-Cancela de la edición parisina, Anthropos, Barcelona, 1983, que es la que citamos).

33 Valentí Almirall: Lo Catalanisme. Motius que’l legitiman. Fonaments científichs y solucions prácticas, Llibreria de Verdaguer y Llibreria de López, Barcelona, 1886. Reprod. facsímil, con prólogo de Antoni Jutglar: Altafulla, Barcelona, 1978, que es la que citamos.

34 Esta tesis será mantenida en el plano científico por la etnología catalana hasta Bosch Gimpera, como veremos.

35 A. Jutglar, prólogo a Valentí Almirall, España tal como es, Anthropos, Barcelona, 1983, p. 36.

36 Josep Pich i Mitjana: «L’evolució política i ideològica de Valentí Almirall i Llozer (1801-1904)», Separata de Afers, 44, 2003, p. 44.

37 «La vinculación de Almirall con el movimiento latinista se explica por el hecho de que aceptaba la hegemonía cultural francesa en el mundo latino y por la influencia de las tesis positivistas y evolucionistas que le convencieron de la objetividad de las diferencias étnicas y de la posibilidad de establecer arquetipos raciales que sintetizaran la manera de hacer y de ser de todo un pueblo; unas teorías que influyeron en el ideario político de Almirall y de un sector del catalanismo progresista de finales del siglo XIX. No obstante, es un error afirmar que estos planteamientos raciales los transformaron en unos reaccionarios, porque el discurso político de aquel período era substancialmente diferente al actual» (Josep Pich i Mitjana: Federalisme i catalanisme: Valentí Almirall i Llozer (1841-1904), Vic, Eumo editorial, 2004, p. 204). ¿Qué quiere decir Pich? Literalmente el siguiente disparate: aunque los racistas son ahora (¿desde cuándo?) reaccionarios, en el discurso político de la época los racistas eran progresistas. Sin duda Pich no puede permitirse el mear fuera del tiesto-consigna de los orígenes populares (izquierdistas) del catalanismo construido por Josep Termes en el célebre Col·loqui d’Historiadors (1974). Para una perspectiva juiciosa el lector puede consultar: Cf. Zeev Sternhell: Ni droite, ni gauche. L’idéologie fasciste en France, nueva edición refundida y aumentada, Éditions Complexe, París, 1987.

38 La amplísima formación de Almirall, insólita en su época, incluye especialmente un profundo conocimiento de los federalistas norteamericanos: Hamilton, Jay, Madison, etc.

39 Pich revela de forma inconsciente en su caracterización de las ideas de Almirall algunos de los elementos racialistas de su doctrina: «Consideraba el centralismo como una especie de gran parásito que debía ser destruido para impulsar la regeneración modernizadora catalana y española» (Pich, 200). El énfasis es mío. Encontrará el lector el tema del gran parásito esclarecido en el segundo volumen de este libro (de próxima aparición).

40 Pompeu Gener: «Records i esperances», Joventut 6, 12 de enero de 1905, pp. 25-27. Reproducido en Vicente Cacho Viu (ed.): Els modernistes i el nacionalisme cultural, Biblioteca dels Clàsics del Nacionalisme Català, Edicions de la Magrana/Diputació de Barcelona, Barcelona, 1984, pp. 294-296).

41 Cf. lo dicho más arriba: de la pertenencia a una raza (diferente) se derivan derechos políticos (diferentes).

42 En el Diari Català (1879-1881) Almirall publica «las impresiones de sus viajes a Suiza». Por su parte Gener, «en 1878, tras la muerte de su madre, se marchó a Suiza en compañía de Apel.les Mestres», Consuelo Triviño: Pompeu Gener y el modernismo, Verbum, Madrid, 2000, p. 21. Si el recuerdo de Gener es cierto, en el balneario (Divonne les Bains) parece ser que se cocieron las habas catalanistas.

43 El énfasis es mío. Es evidente que la «conversión» de Almirall al racialismo, la incorporación del elemento raciológico a su doctrina política se produce alrededor del año 1880 y tiene como consecuencia su ruptura con Pi y Margall. El «encuentro» en Suiza con Gener puede ser un recuerdo encubridor de este último; en cualquier caso, sí parece que Almirall y Gener mantuvieron contactos en París.

44 Gener no figura entre los fundadores del Centre Català. Su regreso a Barcelona es posterior a la fecha de fundación de la primera agrupación política del catalanismo.

45 La tesis de Cacho Viu, la «contribución» del nacionalismo catalán a la «modernización» de España, su efecto modernizador, factor de «modernización», es, a la luz de estos datos y reflexiones, un error manifiesto. Modernización, moderno no es lo mismo que modernista. El modernismo, como estilo artístico y movimiento intelectual, es el intento desesperado de conservar la continuidad de la tradición ante la «desintegración de los materiales» (Adorno) y el puente para la estetización de la política (economía social del goce).

46 Enric Prat de la Riba: La Nacionalitat Catalana [1906], Editorial Barcino, Barcelona, 1934.

47 Del mismo modo también, el matizado abandono de las posiciones nacionalistas radicales del Dr. Cardó, una de las referencias doctrinales más importantes para el «nuevo catalanismo» de posguerra, es debido al descubrimiento en el nacionalismo de un elemento incompatible con el mensaje cristiano: el racialismo. Cf. su texto «Meditació catalana de 1953», en el que Cardó sostiene la conveniencia de que los catalanes abandonasen todo planteamiento catalanista. «En este texto, Cardó encontraba en Prat de la Riba ‘un concepto falso de la nacionalidad’, preparado por los escritos de Almirall, de Duran i Ventosa y hasta de Torras i Bages, especialmente en lo referente al carácter biologista de origen germánico que, en la versión nazi, había desembocado en un racismo justificador de la opresión de otras nacionalidades», Josep M. Colomer: Espanyolisme i Catalanisme. L’idea de nació en el pensament polític Català (1939-1979), L’Avenç, Barcelona, 1984, p. 147. De Cardó cf. Les dues tradicions. Historia espiritual de les Espanyes, Claret, Barcelona, 1977 y El Gran refús, Claret, Barcelona, 1994.

48 Hemos dejado de lado aquí, por razones de economía expositiva, la cuestión del Memorial de Greuges, cuya autoría hay que atribuir en su mayor parte a Almirall.

49 Almirall es spenceriano, pero su spencerismo no explica por sí solo su nacionalismo. El organicismo, siempre metodológico y limitado de Spencer, se sustancializa en Almirall en el nacionalismo: el cuerpo de la Nación.

50 Rovira i Virgili califica en términos parecidos el viraje ideológico de Almirall del siguiente modo: «De la ideología de federal catalán pasa a la de catalán federal», Rovira i Virgili: Els corrents ideològics de la Renaixença catalana, Editorial Barcino, Barcelona, 1966, p. 47. El orden de los factores, al parecer, sí altera el producto.

51 Cf. al respecto Rovira i Virgili: Valentí Almirall, Barcino, Barcelona, 1936. Rovira afirma que el Almirall del Diari Català, a pesar de su terminología confusa, ¡ya era nacionalista!, esto es, «de los nuestros»; y añade: «Constituye un magnífico ejemplo racial» (ib.: 47). La mediocridad intelectual de Rovira se confirma en todas las ocasiones.

52 J. Pich i Mitjana: Federalisme i catalanisme: Valentí Almirall i Llozer (18411904), Eumo Editorial, Vic, 2004. J. L. Marfany, autor, entre otras obras, de La cultura del catalanisme (1995), se ha convertido en la bestia negra de los nacional-historiadores.

53 D. Martínez Fiol: «Valentí Almirall: Medievalisme, parlamentarisme i corporativisme», L’Avenç, n. 211 (febrero de 1997), pp. 6-9.

54 Op. cit., p. 273.

55 Como se ha dicho de pasada, la historia de la «Historia de Catalunya», su falsificación está determinada por la pretensión de dotar al catalanismo un supuesto origen «izquierdista», popular. La consigna la lanzará J. Termes en 1974 (cf. J. Termes «Problemes d’interpretació», Col.loqui d’Historiadors, Centre d’Estudis Internacionals de la Universitat de Barcelona y Fundació Jaume Bofill, Barcelona, 1974).

EL MAL FRANCÉS
Pompeu Gener (1848-1920)

1 Menéndez y Pelayo se refiere a La Mort et le diable (Reinwald, París, 1880) que Gener editó en Francia con prólogo de Littré.

2 Como establece P. A. Taguieff: «A semejanza de Clemence Royer, Lapouge se propone ‘reemplazar a Rousseau por Darwin’, para hacer pasar por fin la ‘ciencia política’ de la metafísica a la ciencia». P. A. Taguieff: La couleur et le sang, Mille et une nuits, París, 2002. p. 235. Clemence Royer es la traductora de El origen de las especies de Darwin al francés. La única mujer miembro de la Société d’Anthropologie de París, su prólogo al libro de Darwin ejercerá una influencia decisiva en la antropología francesa de la época.

3 Georges Vacher Lapouge: «De l’inégalité parmi les hommes», Revue d’anthropologie, 15 de enero de 1888, texto de sus lecciones impartidas en la facultad de Ciencias de Montpellier en febrero de 1887, pp. 9, 20, 21, 26, 38; citado en Taguieff, 2002: 235-236.

4 Desigualdad y «posesión», como veremos más adelante, son los dos articuladores de la doctrina racial.

5 En el caso catalán: del federalismo al nacionalismo; en el vasco, del fuerismo al nacionalismo. La estancia de los Arana en Barcelona resulta decisiva para la doctrina de Sabino. Es en Barcelona donde adquiere la «formación» racial que le permite articular su credo nacionalista, reeditando así la antigua doctrina de la pureza de sangre.

6 La bibliografía sucinta de J. Soury:
Éstudes historiques sur les religions, les arts, la civilisation de l’Asie antérieure et de la Grèce, Reinwald, París, 1877.
Essais de critique religieuse, E. Leroux, París, 1878.
Posteriores a La mort et le diable: Bréviaire de l’histoire du materialisme, G. Charpentier, París, 1881.
Philosophie naturelle, G. Charpentier, París, 1882.
Histoires des doctrines de psycologie physiologique contemporaine, Bureaux du «Progrès médical», París, 1891.
Le Système nerveux central —Structure et fonctions. Histoire critique des théories et des doctrines, Georges Carré et C. Naud, París, 1899, 2 vols.
Campagne nationaliste, 1894-1901, Meretheus, París, 1903.

7 Con toda seguridad estamos en 1878. La monografía de Consuelo Triviño dice al respecto: «Visitó a Charcot para manifestarle su deseo de continuar los estudios de medicina. Éste le dio una carta para Jules Soury, funcionario de la Biblioteca Nacional de París, asiduo colaborador de la Revue des deux Mondes y de la Revista Contemporánea» (Triviño, p. 23).

8 Études historiques sur les religions, les arts, la civilisation de l’Asie antérieure et de la Grèce, Reinwald, París, 1877.

9 P. Gener: «El elemento semítico en la historia, acerca de la obra de Jules Soury», Revista Contemporánea, t. VII, Madrid, 1877, pp. 461-483.

10 En 1888 Barres profesa ya su admiración por Soury.

11 Z. Sternhell: Maurice Barres et le nationalisme français, Presses de la Fondation Nationale Scientifique, París, 1972, p. 254. Sternhell analiza en su libro con mucho detalle la relación y la influencia de Soury respecto a Barres.

12 En realidad la noción de inconsciente a la que Gener apela es la de Hartmann, a la que volverá después de haberla desechado como noción teórica legítima en La Mort et le Diable. «En el fondo de lo que se llama Universo, en ninguna de las manifestaciones que conocemos, hallamos nada de esto: sólo en ellas reina la inconsciencia, lo que ha hecho que Hartmann, personalizando el Todo, lo llamara EL GRAN INCONSCIENTE», P. Gener: Inducciones, Llordachs, Barcelona, 1901, pp. 356-357. Gener se titula «positivista y antimaterialista; para él el concepto (alemán) de Materia es el último residuo de la Metafísica. Cf. Inducciones (passim).

13 Posesión cuyo reverso es la amenaza permanente de invasión (del otro), como veremos más adelante.

14 Citado por Sternhell, 1972: 259.

15 En un sentido semejante el lector puede consultar «L’Ethique du nationalisme» en el libro de Sternhell citado, pp. 267-273.

16 No es éste el lugar para extendernos sobre estas cuestiones: como diría Durkheim, lo que aquí se decide es la alternativa: solidaridad orgánica/solidaridad mecánica o la posibilidad de hacer lazo social por fuera de los lazos de sangre, de lo que derivan directamente los principios de igualdad y de libertad.

17 L’ École d’Anthropologie de París es fundada en 1876.

18 Gener firma sus primeros libros como Pompeyo Gener, de la Sociedad Antropológica de París. No parece que haya seguido cursos regulares en L’ École inaugurada dos años antes, 1876. En la década de 1880 a 1889 pasarán por L’École los antropólogos españoles: Luis Hoyos Sanz, Federico Olóriz, Chil y Naranjo y Pacheco de Castro. Ni que decir tiene que ninguno de ellos derivará consecuencias políticas de los conocimientos antropológicos adquirido en L’École.

19 El lector interesado por estas cuestiones tiene a su disposición una numerosísima biografía de la que destaco: Paul Broca: Mémoires d’anthropologie, reedición, con prefacio de Claude Blanckaert, «L’‘anthropologie personifié’. Paul Broca et la biologie du genre humain», Éditions Jean-Michel Place, 1989. Joy Harvey: «La evolución transformada: Positivistas y materialistas en la Sociedad de Antropología de París desde el Segundo Imperio hasta la IIIa. República», en Britta Rupp-Eisenrreic: Historias de la Antropología (Siglos XVI-XIX), Ediciones Júcar, 1989, pp. 344-366, con abundante bibliografía.

20 Añádase a esta lista los nombres de Vacher de Lapouge, ya referido, que desde 1887, como mínimo, colabora en la Revue d’Anthropologie, y más tarde en la Revue internationale de sociologie, el muy influyente libro de Édouard Drumont: La France juive, es de 1886.

21 Como dirían los «antropólogos»: la democracia era un mero sueño de braquicéfalos.

22 En especial Célestin Bouglé a partir de 1897. Los textos principales de Celestin Bouglé: Les Idées égalitaires. Etude sociologique, Alcan, París, 1899; La Démocratie devant la science, Alcan, París, 1904; Essais sur le régime des castes, Alcan, París, 1908.

23 Se trata del artículo de Léonce Manouvrier: «L’Indice céphalique et la pseudo-sociologie», Revue de l’Ecole d’Anthropologie, año 9, agosto 1899, pp. 233259 y septiembre 1899, pp. 280-296. Véase respecto a estas cuestiones y a las relaciones entre sociología y antropología francesas el excelente artículo de Laurent Mucchielli: «Sociologie versus anthropologie raciale. L’engagement des sociologues durkheimiens dans le contexte ‘fin de siècle’ (1885-1994)», Gradiva, Revue d’histoire et d’archives de l’anthropologie, 1997, 21, pp. 77-95; así como también Alain Policar: «Science et démocratie: Célestin Bouglé et la métaphysique de l’hérédité». Vingtième siècle. Revue d’histoire, n. 61, enero-marzo 1999, pp. 86-101. Policar cita también, para la condena de las extrapolaciones raciales a la sociología, L. Manouvrier, «Les Aptitudes et les actes», Bulletin de la société d’anthropologie de Paris, 1(4), 1890, pp. 918-951.

24 Para el papel de Gener en la introducción del pensamiento de Nietzsche en España, cf. el excelente libro de Gonzalo Sobejano: Nietzsche en España, Gredos, Madrid, 1967.

25 No me atrevo a afirmar taxativamente la fecha del regreso definitivo de Gener. En el legajo Mis antimemorias. En plena libertad y en plena vida. Anotaciones de un pensador. Impresiones, juicios, Reflexiones, Pensamientos, Ideas. Barcelona, 1912, se puede leer: «De 1878 a 1883, ambos inclusive, fue la época de mi domicilio fijo en París», rectificado a mano «de 1878 a 1898». En el legajo Mis antepasados y yo, se puede leer también: «El año 1897 antes de acabar el Siglo, después de 19 años de residencia en la capital [París]», esto es, desde 1878. Frente a estos datos se hace difícil sostener como hace Cacho Viu que el retorno definitivo a Barcelona de Gener se produzca en 1884: «Regresado a Barcelona en 1884, se encargó de la farmacia paterna». De la misma manera parece inaceptable la fecha que proporciona Triviño en su monografía: 1885.

26 El título original era: «Historia y Filosofía de las ideas negativas. La muerte y el mal». Fue Reinwald quien estableció el título con el que se edita el libro.

27 Gener es uno de los introductores del positivismo en España, junto con Estasén, Tubino, etc. Para el importante papel que Gener juega en esa introducción cf. el excelente libro de Diego Núñez: La mentalidad positiva en España: desarrollo y crisis, Ed. Tucar, Madrid, 1975.

28 Existe otra edición de bolsillo, que publica Atlante en Barcelona, s.d., de la que se extraen las citas.

29 Contiene: De la idea de nación, Historia de la literatura española, la literatura castellana, el catalanismo y la decadencia nacional. El propio Gener revela que, tras afirmar que «este texto fue ofrecido en 1884 a varios editores»: «haciéndome imprimir yo por mi cuenta en Tasso, de Barcelona. [...] Del 87 al 88 y 89 se agotaron tres ediciones de mil ejemplares, a pesar de que la prensa de Madrid me hizo completamente el vacío» (Gener, 1914: 334). La Revista, dirigida por Lázaro Galdeano, publica una artículo sobre el libro de Gener.

30 El nosotros aquí no es todavía «Cataluña» o «los catalanes» sino plural mayestático: Gener no ha descubierto todavía el catalanismo, aunque salve parcialmente de la quema racial al Norte y el Nordeste de España.

31 Comprobaremos inmediatamente el rendimiento de la metáfora médico-orgánica.

32 El libro de Spencer, cuya edición original es de 1884, se traduce al francés y al castellano inmediatamente y alcanza gran popularidad.

33 Hemos respetado en todas las citas la ortografía original.

34 Cf. capítulo anterior.

35 Para Gener no existen razas «puras», en el sentido de «originales», «primitivas». Lo que no quiere decir que no existan razas «diferenciadas». El racismo es siempre diferencialista.

36 Pero muy especialmente a las concepciones de Jules Soury del que extrae su antisemitismo.

37 Es éste el itinerario tradicional, histórico, del racialismo o doctrina racial.

38 La nación es así el resultado de una solidificación de la raza; la raza (contenido) encuentra un espacio (continente), una piel en donde se «contiene» y fija o se estabiliza adquiriendo la naturaleza de histórica, esto es, con un pasado (de variabilidad) como pasado. La nación equivale, de este modo, a la borradura (la evacuación) del tiempo de la raza, su «atemporalidad». El lazo entre raza y nación es «modal».

39 Vemos con toda claridad que la unidad equivale a la diferencia, es la diferencia. El igualitarismo es, consecuentemente, lo opuesto a la unidad, esto es, la desintegración.

40 La historia de Gener es, en consecuencia, una historia «natural».

41 La nación como piel.

42 La nación es un organismo: ésta es la principal premisa del racialismo. Cf. infra el capítulo dedicado al Dr. Robert. He aquí la verdadera naturaleza del econacionalismo: una variante «adaptativa» del racialismo.

43 Para una crítica radical del pseudo-darwinismo social (fundamentalmente basado en una interpretación «teleológica» de la evolución, cf. Stephen Jay Gould. La interpretación «teleológica» de la evolución es la forma de reducir la radical novedad de la teoría evolutiva de Darwin: la dimensión histórica. El que la evolución se ordene a un fin preestablecido (la complejidad o la perfección) permite desconocer la ruptura que Darwin introduce en la concepción de la vida: no todo está escrito; en términos filosóficos: las formas de la vida son contingentes. La «necesidad» es el nombre de la resistencia a la historia.

44 La historia como una «memoria» atávica es una historia «natural». La historia es apocatástasis.

45 La concepción del progreso que Gener sustenta es una concepción también naturalista.

46 La amenaza de muerte de la nación, otro de los elementos centrales de la doctrina nacionalista, impulsa el «desarrollo» y determina la «necesidad» del imperialismo, fase superior evolutiva de la nación, como veremos después en Prat de la Riba.

47 El eco-nacionalismo resulta así de prolongar la metáfora organicista (la nación como organismo) aplicándolo a la Humanidad entera, El organismo.

48 El espíritu del capitalismo.

49 Lo veremos con más detalle en Prat de la Riba, cf. infra el capítulo dedicado a éste.

50 Los mismos resultados doctrinales alcanzará Pere Màrtir Rossell, el autor de la doctrina racial más elaborada del catalanismo.

51 El lector habrá advertido la influencia absoluta de Spencer.

52 Este elemento forma sin duda parte también del complejo «imperialismo» de Prat de la Riba, cosa que habitualmente se ignora.

53 Gener no conoce todavía a Nietzsche en 1887, fecha de la publicación de Heregias, del que tiene conocimiento a partir de la traducción al francés de sus obras. Para las relaciones de Gener con la obra de Nietzsche cf. el excelente libro de Gonzalo Sobejano ya citado: Nietzsche en España, Gredos, Madrid, 1967. La interpretación de Nietzsche de Gener se puede sintetizar, en palabras del propio Gener, de este modo: «Si Nietzsche hubiera sido biólogo, no habría caído en la contradicción de negar el placer al Hombre. Su Zarathustra no habría encontrado esa sociedad civilizada, formada por hombres pequeños y felices en el sentido vulgar de la palabra, sino que hubiera hallado que los Hombres, poseyéndose a sí mismos, más sabios, más nobles, más potentes y menos azarados, proseguían su lucha para dominar la Naturaleza externa y para embellecerla, y que habían crecido extraordinariamente siendo más robustos y mejores. He aquí en lo que diferimos de Nietzsche. Creemos en que el Hombre marcha al Superhombre, es decir, á la producción de una especie superior; creemos, y esto lo hemos formulado ya hace muchos antes que Nietzsche escribiera sus teorías, que esta progresión de la Humana especie se efectuará, como en las demás especies, por medio de un desdoble, y naturalmente, sin que para nada intervenga la idea de deber./ En la lucha para la Vida, los más inteligentes, los superiores, los geniales, irán triunfando y desarrollándose, y adquiriendo un grado de diferenciación portentoso; mientras que los pequeños de miras, los de espíritu estrecho, los del momento, irán quedándose atrás y aun degenerando. Al desaparecer el Hombre desdoblárase en Superhombre y, en subhombre, que sólo será la supervivencia de aquél. Así del antropoide primitivo se formaron el Hombre, su superior evolución, y por regresión el mono, que es sólo el antropoide degenerado» (Inducciones, pp. 304-305).

54 Gener participa de un malentendido general. Lo que afirma Renan con la idea de «plebiscito» es sólo la necesidad de renovar permanentemente la «alianza» de los vivos con los muertos. El pacto (comercio) es cuestión de palabra, el destino (la política), cuestión de letra. Cf. infra, el pequeño excurso sobre el tema.

55 Rousseau y Proudhon son siempre los enemigos a batir del racialismo.

56 La distinción entre naturalistas y voluntaristas que popularizará Rovira i Virgili es una falsa distinción. Utilizada para encubrir el origen racial del nacionalismo dotándole de una apariencia racional (decisionismo) haya de ser interpretado como el consentimiento al mandato (ineluctable so pena de «liquidación») de la raza, la voz de la sangre. La alternativa que se plantea al hombre nacional-racial es del mismo tipo que la que contiene el performativo: la bolsa o la vida.

57 Los textos de Almirall, Lo Catalanisme y L’Espagne telle qu’elle est son ligeramente anteriores al de Pompeu. Posiblemente el texto de Gener fuera escrito antes de que llegaran a su conocimiento los de Almirall, por esa razón no se encuentran referencias a esos textos en el de Gener, excepto en el apéndice II (escrito presumiblemente después del cuerpo principal del texto), que dice así: «[...] No estamos conformes con lo que dice V. Almirall en su notable obra sobre El Catalanismo. Afirma que uno de los caracteres esenciales de la civilización catalana de la Edad Media fue la sobriedad y la ausencia de lujo y de arte decorativo, cuando eso ha sido sólo un carácter de adaptación, producido por la subordinación y sujeción en que estuvo Cataluña en los tres últimos siglos. [...] La seriedad catalana es un carácter adquirido, posteriormente, por la desgracia» (Gener, 1887: 261).

58 Gener cita entre sus fuentes a J. Coroleu y J. Pella: Las Cortes Catalanas y los Fueros de Cataluña, y M. de Bofarull: Archivos de la Corona de Aragón, pero los datos decisivos transcriben los textos de los autores de la Leyenda negra.

59 Para una descripción delirante de los Tercios de Flandes: pp. 192-193, para el duque de Alba, p. 196.

60 Raza y enfermedad son conceptos que pertenecen al mismo campo semántico, el mismo universo discursivo. La raza es la medicalización de la nación. Cf. infra, el capítulo dedicado a Puig i Sais. El mal nacional es una enfermedad en sentido literal. Consecuencia de la metáfora organicista.

61 En los capítulos dedicados al análisis de las literaturas castellana y catalana Gener diferenciará con mayor rotundidad la raza catalana de la castellana de acuerdo con la dicotomía aria/semítica.

62 Reaparecerá, por ejemplo, con el fenómeno de la «disociación» de Pi i Sunyer, constituyendo uno de los obstáculos más poderosos para la regeneración de la raza catalana.

63 La famosa «avara povertá» con la que Dante caracteriza a los «catalani» viene a ser, para Gener, el resultado de una maniobra compensatoria, de supercompensación de las «privaciones» a las que le ha sometido España. El catalán se judaiza por falta de libertad. Privados de «carrera política» se «pseudo-judaizan».

64 Comprobamos aquí la influencia de la «estética» de H. Taine sobre Gener.

65 Gener cita como excepción a la inanidad científica madrileña la Revista contemporánea que «dio a conocer las ideas de Darwin, Littré, Haeckel, Tylor, Spencer, Huxley, Bain, Draper, Tindall, etc., etc.», de la que él mismo fue colaborador.

66 Para ello Gener recorrerá, de una manera sui generis, el camino que va de Spencer a Nietzsche, pasando por Taine.

67 Como el propio Gener relata en uno de sus artículos se asociará al grupo de intelectuales que se aglutina en torno a las revistas La Setmana catalanista y La Sembra, «la penya científica del Ateneo», los fundadores de L’Avenç y Catalònia y los que se reúnen en el «call artístic» de Pèl i Ploma. Intelectuales que, en palabras de Gener, «provienen del positivismo determinista, y son químicos, físicos y médicos. Los hay panteístas, neomísticos a la Novalis, etc.».

68 Desde las páginas de Catalònia y Joventut Gener divulgará con entusiasmo el pensamiento de Nietzsche. Cf., entre otros, su artículo: «F. Nietzsche i lo que realment representa la seva filosofia», Catalònia 1, 25 de abril de 1898, pp. 79-85.

69 Cf. nota 25.

70 Para Marfany «[...] ‘Catalonia’ refleja y encabeza la reacción antidecadente que, a partir de 1898, invierte la relación de los años anteriores e impone la tendencia vitalista nietzscheana sobre el esteticismo simbolista-decadente». Joan-Lluís Marfany: «El Modernisme», en De Riquer, Molas, Comas: Historia de la Literatura Catalana, vol. VIII, Ariel, Barcelona, 1986, p. 109.

71 Recuerde el lector que 1889 es el año del «Desastre», o sea la «pérdida de las colonias».

72 Marfany reproduce un fragmento de un texto de Ernest Vendrell («De catalanisme», El Diluvio, 26-X-1901) en el que se muestra con toda claridad la consciencia del engaño que para los jóvenes supone el catalanismo: «Si antes los jóvenes no encontraban una fe colectiva suficientemente noble a la que consagrarse, hoy engañosamente se les ofrece una: el catalanismo. Viéndola ya hecha, no se sienten íntimamente forzados a crearse una. Además con apariencias de ser nueva, los jóvenes, teniendo el natural deseo de armonizarse con su tiempo, no piden nada más. Y el catalanismo les escamotea toda la verdadera fe y verdad modernas» (Marfany: 117). Vendrell mismo se tragará a continuación ese señuelo como algo inevitable.

73 Término catalán que designa la broma de mal gusto, estrafalaria.

74 Vida Nueva, n. 87, 20 de enero de 1900, pp. 27 y ss. Reproducido, en versión catalana de Josep Estruch i Traité, en la antología de V. Cacho Viu: El Modernistes i el Nacionalisme cultural, Antología. Edicions de la Magrana/Diputació de Barcelona, Barcelona, pp. 223-227.

75 El 4 de enero de 1900, como suplemento de La Opinión.

76 El plagio de Max Nordau, el autor de la célebre Degeneración (1892) es una constante en Gener. En 1894, a raíz de la publicación de Literaturas Malsanas, Clarín le acusó de plagiar a Nordau (trad. española: Degeneración, Librería de Fernando Fe, Madrid, 1902).

77 De marzo de 1900.

78 El texto de presentación del n. 1 de la revista, que firma La Redacción (Jaume Brossa, Pompeu Gener, etc.) reproduce las palabras de Gener en la presentación de la Setmana Catalanista, del 4 de enero de 1900, del Manifiesto de los Supernacionales. Su contenido es inequívoco: «Creemos que nuestro pueblo es de una raza superior a la de la mayoría que forman España. Sabemos por la ciencia que somos arios. [...] También tenderemos a expulsar todo aquello que nos fue importado de los semitas del otro lado del Ebro: costumbres de moros fatalistas» (Cacho Viu, 1984: 229).

79 «Avant sempre!», en Joventut, 2, 21 de marzo de 1901.

80 El término es del propio Gener.

81 Así lo afirma Gener: «La resurrección de su [de Cataluña] personalidad, de su espíritu, de su alma, es ya un hecho./ ¿Cuándo será la de su cuerpo?/ Cuando ella quiera». P. G.: «Resurreccio!», en Joventut 2, 11 de abril de 1901 (Cacho Viu, 1984: 240).

82 Lo importante aquí es el modo verbal con el que se modula la existencia: futuro.

83 Llordachs, Barcelona, 1903.

84 El subrayado es mío.

85 Definición que resulta válida sólo para la raza blanca. Para Gener, en una muestra conmovedora de fidelidad al viejo poligenismo de Broca y los positivistas de l’École d’Anthropologie de París: «Ahora, cuando se trata de mogoles, negros ó negroides, la cosa ya cambia, pues los antropólogos modernos les asignan origen animal distinto, o al menos probablemente distinto» (ib.: 263).

86 Con parecidas razones, físicas y morales, caracterizará en 1933 (y repetirá en 1983) Carlos Sentís a los «murcianos» venidos a Barcelona en la primera «inmigración».

87 Gener cita como referencias La España Negra de E. Verhaeren (1889), en la traducción de Darío Regoyos (en realidad Regoyos es más bien co-autor de libro) y El país de la Muerte. Treinta artículos (Valencia, 1902), de Alfredo Calderón.

88 Gener anota respecto a la difusión del Manifiesto: «De este manifiesto, que vio la luz primero con nuestra firma, en el periódico Joventut, se hizo una tirada de 24.000 ejemplares, que se agotó en seguida, siguiendo otra muy numerosa que hizo la asociación de Els Montanyencs, para ser repartida entre las demás asociaciones catalanistas liberales que se adherían a tales ideas, edición agotada» (Gener, 1903: 326).

89 Contestado por Daniel Ortiz en Vida Nueva, quien a su vez fue contestado por Gener en varios artículos: 50 y ss. de la antología de Cacho Viu. El primero en la propia Vida Nueva: «Los Supernacionales de Cataluña».

90 El principio «de igualdad jacobina», como el Dr. Robert le había llamado y abominado.

91 Los catalanistas no llegarán a ponerse de acuerdo al respecto. Algunos afirmarán que «el obrero catalán no es ácrata», achacando ese «defecto» a la influencia de los inmigrados en el movimiento obrero. Otros reconocerán la original y permanente presencia de líderes «catalanes» en el acratismo.

92 Que no imagine el lector que éstos son sólo exotismos del pasado: el que fuera presidente del Parlament de Catalunya, el ínclito señor D. Miquel Coll i Alentorn, se despachaba de esta guisa en 1978: «En relación con los elementos genéticos [de Cataluña] hay un aspecto poco estudiado y prácticamente desconocido que, con todas las reservas, me permito insinuar. Me refiero a la posible influencia de la composición química del suelo sobre la manera de ser del cuerpo humano, sobre enzimas, hormonas y otros elementos fisiológicos. Recordemos la importancia que actualmente los biólogos dan a los llamados oligoelementos, subrayando que la Península Ibérica está geológicamente dividida en dos grandes zonas: la granítica del oeste y gran parte del centro, y la calcárea del este. ¡Quién sabe lo que nos reserva en este dominio un conocimiento más profundo de la cuestión!». Miquel Coll i Alentorn et alii: La naixença de Catalunya. Fundació Jaume I, Barcelona, 1978, cit. en Pedro Antonio Heras: La España raptada. La formación del espíritu nacionalista, Áltera, Madrid, 2009, p. 255.

93 Las revistas modernistas son básicamente: L’Avenç: 1881-1884 (1.ª época) 1889-1893 (2.ª época); Catalònia: 1898-1900; Joventut: 1900-1906 y El Poble Català: 1904- a partir de 1906, diario.

94 Entre los discípulos de Almirall y Gener es necesario destacar a Ernest Vendrell (1873-1907), cuyos principales escritos fueron reunidos tras su temprana muerte en Ernest Vendrell: Escrits, prólogo de Jaume Brossa, Tip. L’Avenç, Barcelona, 1911.

LA MÁQUINA DE SUFRIR
Bertomeu Robert (1842-1902)

1 «El Doctor Robert es éste. Es el sembrador que en el corazón de la gente catalana conmovida por los desastres, sembró a manos llenas la nueva doctrina; que recogiendo la buena nueva recluida en los círculos esotéricos de devoción inflamada, la alzó en el aire y la enseñó al pueblo afanado que no la advertía».

2 Palabras del también célebre Dr. Martí Julia en La Renaixensa citadas en Jordi Mota i Aras: El Dr. Robert, Infiesta Editor, Barcelona, 2000.

3 Citado en Mota, 2000: 77.

4 Volveremos a esa polémica más adelante.

5 Menéndez Pidal: Los españoles en la historia [1947], Espasa Calpe, Colección Austral, 1982, p. 183.

6 En Ernest Lluch i Eugeni Giral: «La població catalana», apéndice a la traducción catalana de A. Sauvy: La població, Edicions 62, Barcelona, 1964, p. 198.

7 Se trata de Bertomeu Robert i Yarzábal: Ateneo Barcelonés. La antropología y la historia, discurso leído por el Dr. Bartolomé Robert, Presidente del Ateneo Barcelonés en la sesión pública inaugural del 1881, Est. Tip. Narciso Ramírez, Barcelona, 1881.

8 Reprod. en Santiago Izquierdo Ballester: El Doctor Robert (1842-1902) medicina i compromís polìtic, Proa cop., Barcelona, 2002.

9 Josep Pla: Francesc Cambó (1928-1930), edición definitiva, Ed., Destino, Barcelona, 1973, p. 100.

10 La Renaixensa, 19 de marzo de 1898.

11 Hemos manejado las siguientes: la aparecida en La Renaixensa el 15 de marzo, la de La Veu de Catalunya de 15 de marzo y la de La Vanguardia el 15 de marzo de 1899.

12 En catalán en el original, la traducción es mía.

13 En realidad lord Salisbury sostenía la existencia de la diferencia entre «naciones vivas» y «naciones moribundas» para justificar la política imperialista de Inglaterra, y no la «muerte» de la raza española, la raza española como raza muerta. Cf. De la Torre del Río: «La prensa madrileña y el discurso de lord Salisbury sobre ‘las naciones moribundas’ (Londres, Albert Hall, 4 de mayo de 1898)», en Cuadernos de historia moderna y contemporánea, n. 6, 1985, pp. 163-180.

14 En La Veu de Catalunya del 15 de marzo se publica una reseña crítica de la conferencia firmada por el Dr. Joan Freixas, que reproduce Mota en su libro. En catalán el original.

15 Robert había nacido en Méjico de padres catalanes.

16 La incuria a la que nos hemos referido no es exclusiva de aquellos tiempos: en un reciente libro sobre el Dr. Robert, Pere Plans: El Doctor Robert, cada dia una nova lluita, Edicions Yarz, Barcelona, 2008, Olóriz es rebautizado como «Olárdiz».

17 Cf. Carmen Ortiz García, Luis Ángel Sánchez Gómez, editores: Diccionario histórico de la antropología española, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid. Cf. también Actas del I Congreso Español de Antropología, Universidad de Barcelona, Barcelona 1980.

18 Todos ellos se relacionan de una manera u otra con la Société, l’École o el Laboratoire d’Anthropologie de París.

19 A los que hay que agregar al polifacético positivista Tubino.

20 En realidad Brunet es conocido sobre todo por sus libros sobre el origen del juego de ajedrez.

21 Erros histórics. I. Espanya, ni iberos ni fenicis, Establiment Tipográfic La Academia, Barcelona, 1887; y Erros histórics II, Ni arios ni indoarios, Establiment Tipográfic La Academia, Barcelona, 1889.

22 Gervasio Furnier: Ensayo de Geografía Histórica de España, Valladolid, 1881.

23 Joan Maluquer y Viladot: Aborigens catalans: ensaig historich sobre’ls primers pobladors de Catalunya, Impr. La Renaixensa, Barcelona, 1880.

24 La autoridad que cita Maluquer es Manuel de Góngora, catedrático de anatomía de la Universidad de Granada, autor de Antigüedades prehistóricas de Andalucía, en donde se da cuenta de los restos arqueológicos de la Cueva de los Murciélagos de Granada. Asimismo los exámenes craneológicos de Aurelio Maestre de San Juan, ídem de los restos prehistóricos de Baza. Ítem más, Maluquer cita Los tres reinos de la naturaleza, Madrid, 1858.

25 Se trata de Magín Pers i Carmona, autor entre otras obras de la célebre Gramàtica catalana-castellana: adornada ab exemples de bons autors, alguns diàlogos familiars ab la correspondencia de las frases mes difísils de la llengua, y alguns trossos escullits en prosa y vers ab la versió corresponent al costat, Impr. de A. Berdeguer, Barcelona, 1847; y de Historia de la lengua y de la literatura catalana : desde su origen hasta nuestros días, Imprenta de José Tauló, Barcelona, 1857.

26 De Josep Pella y Forgas: Historia del Ampurdán. Estudio de la civilización en las comarcas del Nordeste de Cataluña, Barcelona, 1883. Discurso leído por el señor José Pella y Forgas el día 14 de diciembre de 1893 en el Ateneo Barcelonés con motivo de la apertura de sus cátedras (La crisis social), Imprenta de Henrich y Compañía en comandita, Barcelona, 1893. Los fueros de Cataluña, Barcelona Luis Tasso 1878. La crisis del catalanismo (1906).

27 Sobre Pella i Forgas, Lluís Costa i Fernàndez: Josep Pella i Forgues i el catalanisme, Rafael Dalmau Editor, Barcelona, 1977.

28 S. Sanpere i Miquel: Origens i fonts de la nació catalana, Imprenta de «La Renaixensa», Barcelona, 1878.

29 Esto se escribe, téngalo en cuenta el lector, en una fecha tan temprana como 1878.