Cuida tu cerebro
 … y mejora tu vida

Álvaro Bilbao

 

Primera edición en esta colección: septiembre de 2013

© Álvaro Bilbao, 2013

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2013

Plataforma Editorial

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Realización de cubierta:

Roser Chillón

Depósito Legal:  B. 22771-2013

ISBN:  978-84-15880-52-3

 

 

 

 

 

«Los hombres y las mujeres pierden la salud para juntar dinero y luego pierden el dinero para recuperar la salud; y por pensar ansiosamente en el futuro olvidan el presente, de tal forma que acaban por no vivir ni el presente ni el futuro, viven como si nunca fuesen a morir, y mueren como si nunca hubiesen vivido.»

GANDHI

 

 

 

 

 

Para Diego, Leire y Lucía. Los mejores hijos que un padre puede soñar.

 

 

 

Quiero agradecer antes que a nadie a mis padres, José María y Begoña, haberme llenado el cerebro de responsabilidad y oportunidades, pero sobre todo de cariño. A mis abuelos, Carmen, José Luis, Rosario y Rafael, por haberme dado amor y una perspectiva amplia del cuidado del cerebro. A mi mujer, porque es simplemente maravillosa y gracias a su generosidad y apoyo este y tantos otros proyectos pueden salir adelante. A Jordi Nadal y todo el equipo de Plataforma Editorial por ofrecerme su plataforma y brindarme todo su apoyo y profesionalidad. En último lugar, y muy especialmente, a todos los pacientes que han dejado que evalúe su cerebro y les ayude en su puesta a punto. Me han enseñado y ofrecido mucho más de lo que yo les podré devolver.

Contenido

Portada

Créditos

Cita

Dedicatoria

Agradecimientos

Introducción

1. Los peligros para tu cerebro

2. ¿Sabes cuidar tu cerebro?

3. Descubre tu cerebro

4. Un viaje por el mundo de la salud cerebral

5. Las claves de la salud cerebral

6. Aumenta tu reserva cognitiva

7. Ejercita tu corazón

8. Alimenta tus neuronas

9. Sueña con un cerebro más sano

10. Aleja el estrés de tu vida

11. Cultiva emociones positivas

12. Vida social

13. Desarrollar un estilo de vida neurosaludable

14. A modo de epílogo: educar en la salud cerebral

Lecturas recomendadas

La opinión del lector

Otros títulos de la colección

Aprender a cambiar

Más amor y menos ibuprofeno

Introducción

 

«La principal función del cuerpo es la de transportar el cerebro.»

THOMAS EDISON

 

 

Tu cerebro es el órgano más preciado que posees. En él se encuentra tu primer beso, la sonrisa de tu madre cuando regresabas a casa de la escuela o la sensación de coger en brazos a tu hijo por primera vez. Tu cerebro te permite respirar, hace que tu corazón lata, escucha tus canciones favoritas y permite que tus ojos puedan ver el maravilloso mundo que te rodea y, sin embargo, es mucho más que un órgano que te permite vivir y sobrevivir. Tu cerebro habla por ti, te presenta al mundo como quieres ser conocido, alberga tus recuerdos más tiernos, esconde tus secretos más íntimos, elabora tus deseos y persigue las metas que te permiten ser feliz. Tu cerebro es tan especial que es el único órgano que nunca te van a poder trasplantar, porque en el momento en que pusieran otro cerebro en tu cuerpo dejarías de ser tú para ser la persona que lo donó. Y es que tu cerebro eres tú.

El sinfín de misterios que se esconden tras sus interminables arrugas, como son su capacidad curativa, el conocimiento de nuestra propia existencia, el amor o el secreto de la felicidad, junto con su enorme complejidad, hacen que sea un tema de estudio fascinante. Hoy en día el conocimiento acerca del funcionamiento del cerebro se encuentra a pie de calle. De hecho, vivimos un verdadero boom de la neurociencia propiciado por que los descubrimientos que se producen en este campo han encontrado una aplicabilidad práctica en ámbitos como el marketing, la empresa, la economía o la propia salud. Pero creo que la verdadera razón por la que el cerebro ha seducido a muchos científicos y ha despertado un enorme interés en la sociedad en los últimos años es el hecho de que nuestro cerebro nos define como personas. En ese sentido, cada nuevo hallazgo promete ser una pieza más para resolver el difícil puzle de la felicidad. Seguramente tú, como muchos otros, albergas el anhelo de que en los nuevos descubrimientos acerca de su funcionamiento se encuentren las claves para ser un poquito más feliz.

Sin embargo, a pesar de la importancia que desde todos los ámbitos concedemos al cerebro y de que los conocimientos de la persona de a pie sobre lo que nos puede ofrecer son cada vez más amplios, sabemos muy poco de lo que nuestro cerebro necesita de nosotros. La realidad es que hasta hace pocos años no hemos llegado a comprender bien qué hacía que un cerebro se conservara en buenas condiciones. La razón es sencilla; el cerebro es un órgano muy resistente que mantiene un alto nivel de funcionamiento durante muchos años sin apenas mantenimiento. Desde los albores de los tiempos ha pasado casi desapercibido gracias a su impecable funcionamiento y su resistencia a las enfermedades. Sin embargo, hoy en día más que en ninguna otra época la longevidad del ser humano y los rápidos cambios en los que la sociedad tecnológica nos ha inmerso están poniendo nuestro cerebro a prueba.

El avance de la medicina durante el siglo pasado ha permitido ampliar la esperanza de vida casi en treinta años. Algunas enfermedades potencialmente mortales han sido erradicadas por completo y otras tienen hoy un tratamiento sencillo. Esta realidad ha provocado que cada vez seamos más los que lleguemos a mayores y alcancemos, a su vez, edades más avanzadas. La conquista de una vida larga nos ha llevado a encontrarnos con el difícil desafío de llenar esos años de vida. Paralelamente, el imparable desarrollo tecnológico ha permitido que tengamos una vida más segura y confortable, llena de comodidades, aunque mucho más estresante y solitaria, en la que los valores del dinero, la inmediatez y la comodidad han desplazado a otros tradicionales como la familia, la constancia o la amabilidad. Todo ello nos ha situado cara a cara frente a dos desafíos a los que tendrás que hacer frente a lo largo de tu vida. En primer lugar, conservar tu cerebro en unas condiciones que le permitan resistir el embate del tiempo y sus enfermedades. En segundo lugar, buscar la plenitud a lo largo de una vida más larga y llena de desafíos.

En el cuidado del cerebro reside la posibilidad de disfrutar de tu memoria, de tu alegría o de tu bienestar físico, ahora y durante más tiempo. La importancia del cuidado del cerebro es tal que algunos países han iniciado campañas nacionales de salud cerebral o planes estratégicos para prevenir el Alzheimer y la demencia entre sus mayores. Los datos de prevención que estamos descubriendo con cada nueva publicación científica nos dejan un mensaje claro: una buena parte de las enfermedades del cerebro se pueden evitar y en casi todas las restantes los síntomas se pueden paliar o retrasar. Sin embargo, para lograrlo, la sociedad debe abandonar la percepción de que poco o nada se puede hacer para evitar estas patologías y tomar un papel activo en su prevención. En este sentido, mientras casi todas las miradas se fijan en la industria farmacéutica, los mayores expertos en el campo de la prevención del deterioro cognitivo y en la lucha contra trastornos como el Alzheimer, la depresión o las enfermedades cerebrovasculares coinciden en señalar que la clave del éxito se encuentra en tu capacidad para llevar un estilo de vida saludable para tu cerebro. No hace falta que te sometas a una terapia génica o a una pequeña cirugía o lifting cerebral. De hecho, nada de eso puede ayudar. Si bien los fármacos pueden ofrecer una importante ayuda en un futuro y se habla incluso de vacunas contra el Alzheimer, los expertos aseguran que su potencial terapéutico estará muy ligado al grado de cuidado que hayamos dado a nuestro cerebro durante la vida. A estas alturas, con los conocimientos de los que disponemos, es de ilusos pensar que una vida de sedentarismo físico y mental va a poder compensarse al final de tus días gracias a una píldora milagrosa.

El camino más efectivo para paliar el deterioro intelectual y prevenir enfermedades asociadas al envejecimiento es desarrollar un estilo de vida Saludable para tu Cerebro. A continuación, vas a poder leer los beneficios de potenciar tu salud cerebral y las claves para lograrlo. Podrás descubrir cómo algunos alimentos, ejercicios y hábitos diarios pueden ayudarte a proteger tus neuronas y mejorar tu calidad de vida desde hoy. Tú puedes conseguirlo.

1.

Los peligros para tu cerebro

 

«La muerte no es nuestra mayor pérdida. Nuestra mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros.»

NORMAN COUSINS

 

 

Esta mañana una noticia destacaba en el periódico por encima de los titulares económicos y políticos. Es algo poco habitual, pero la noticia merece todo el protagonismo. Rezaba así: «En cuarenta años los casos de Alzheimer se habrán triplicado».

No es mi intención meterte miedo en el cuerpo. Quiero que este libro transmita un mensaje positivo y sea un compendio de buenos hábitos que te ayuden a ser más feliz durante más tiempo. Sin embargo, me voy a detener en este capítulo, y nada más que en este capítulo, para exponerte la realidad tal y como es. Los psicólogos sabemos que uno de los motores de la motivación es conocer tu situación actual, con todas sus implicaciones y riesgos, para poder valorar, así, con responsabilidad los beneficios de un posible cambio.

El titular con el que hemos arrancado este capítulo describe las conclusiones de una investigación publicada en la revista Neurology, una de las más prestigiosas en el ámbito del estudio del cerebro. Son muchos los investigadores que llevan años dando la voz de alarma sobre la importancia de atajar el problema de las enfermedades cerebrales asociadas al envejecimiento. La realidad es que cada vez somos más los que llegamos a mayores. Si en un país como España ahora mismo hay unos 8 millones de mayores de 60 años, en tan solo 35 años seremos 16 millones. El doble. Solamente con este dato cualquier persona se puede dar cuenta de que serán también el doble los casos de Alzheimer u otras enfermedades asociadas a la vejez.

Por si esto fuera poco, la esperanza de vida se ha alargado nada más y nada menos que 3 años en la última década. Solo en la última década. En comparación con dos generaciones atrás, tu esperanza de vida ha aumentado 15 años. Si tu abuelo vivió 75 años es muy probable que tú vivas 90 años. Y con cada año que se amplía tu esperanza de vida aumenta el riesgo de que tu cerebro sufra alguna enfermedad. Son muchos los trastornos que pueden atacar tu cerebro. La mayoría ni te suenan, algunos los conoces de oídas y otros los conoces bien e incluso te han tocado de cerca. Alzheimer, Parkinson, tumores cerebrales e ictus son los más familiares, pero existen otros tipos de demencia que bien podrían cogerte desprevenido.

Seguramente, de todos ellos el que más te preocupa es el Alzheimer. No es de extrañar que te preocupe. Está muy presente en los medios de comunicación y probablemente también en tu familia o en la familia de alguno de tus amigos y compañeros de trabajo más cercanos. Es una verdadera alarma social y económica, ya que son muchas las personas afectadas y necesitan mucha ayuda durante los aproximadamente 10 años que dura la enfermedad. Hay más mujeres con Alzheimer que hombres (casi el doble) porque tienen un poco más de vulnerabilidad genética a la enfermedad, pero sobre todo porque viven más años. No obstante, si piensas llegar a los 80 años (y créeme que tienes muchas posibilidades de pasar de los 80 años, e incluso de los 90), da un poco igual que seas hombre o mujer. En datos generales, alrededor del 20% de los mayores de 80 años desarrollan una demencia tipo Alzheimer. Es decir, que cuando tú seas mayor, hay un 20% de posibilidades de que tengas Alzheimer. Sin embargo, si la esperanza de vida sigue aumentando y los avances médicos siguen su curso, es posible que tus probabilidades de sufrir Alzheimer estén alrededor del 25% simplemente porque vivirás más años. A esta realidad hay que añadir que, según vamos descubriendo, muchos de los hábitos de vida actuales son poco beneficiosos para tu cerebro, por lo que es posible que si no empiezas a cuidar de tu cerebro pronto, llegados a la misma edad que tu abuelo, tengas más probabilidades de sufrir Alzheimer que él.

Si tienes menos de 60 años, seguramente piensas que el abismo de la pérdida de memoria más devastadora está muy lejos. Sí, efectivamente te queda toda una vida por delante. Pero todos esos años que te separan de la enfermedad no hacen menos real tu futuro. Con los datos con que contamos hoy en día, tus probabilidades de padecer Alzheimer son las mismas que hay que tu fecha de nacimiento, el número de documento de identidad o de teléfono que te ha tocado acabe en 3, 6 o 9. ¿Te ha tocado? ¿Le ha tocado a alguien que tienes cerca?

Si has tenido la desgracia de haber mirado cara a cara a los ojos del Alzheimer, sabrás que es una visión aterradora. Puede que hayas conocido a tu abuelo con Alzheimer cuando eras muy pequeño, pero seguramente no lo recuerdas con la viveza en la mirada que tenía en su juventud y no te habrá causado mucha impresión. Si has visto a tu madre o a tu padre, o has conocido a alguien que posteriormente ha desarrollado la enfermedad, entenderás lo que digo. El Alzheimer es una de las enfermedades más crueles que hay para el paciente y su familia. El cerebro va desapareciendo día a día, llevándose consigo los recuerdos, los proyectos y, finalmente, la identidad de la persona.

Hagamos un pequeño ejercicio. Escribe en un papel 10 cosas que te identifican como persona o te hacen sentir bien. Puedes incluir ser madre o padre, tu profesión, tus aficiones, tus amigos, un restaurante al que te gusta mucho ir, un lugar al que te gusta volver cuando tienes ocasión o un cantante al que te gusta escuchar. Imagínate que te arrebataran todo eso, te llevaran a un piso compartido extraño y poco acogedor y no conocieras a nadie en el mundo. Puede que tu esposo o tus hijos te cuiden en tu propio hogar, pero si algún día sufres Alzheimer seguramente te sentirás de manera parecida a como te lo acabo de describir. Perdido de ti.

A pesar de que el Alzheimer es la enfermedad más temida por todos, hay otra amenaza mayor para tu cerebro. Es la primera causa de muerte en las mujeres, por encima del cáncer, la segunda causa de muerte en varones, y tanto en unos como en otros la primera causa de discapacidad. A pesar de su enorme prevalencia, es un gran desconocido. Seguramente el «despiste» social en lo referente a esta amenaza para tu cerebro se deba en parte a que tiene muchos nombres. Lo puedes conocer como infarto cerebral, apoplejía, derrame cerebral, aneurisma, accidente cerebrovascular o ictus. Aunque cada uno de estos términos tiene una razón de ser desde el punto de vista médico, todos hacen referencia a una interrupción brusca del riego sanguíneo a una región de tu cerebro. Esa región del cerebro acaba muriendo, y si no se actúa a tiempo es muy posible que la persona también. A menos que haga algo para remediarlo, uno de cada tres lectores tendrá un ictus a lo largo de su vida, y a diferencia del Alzheimer la probabilidad de sufrir un ictus mientras eres joven (antes de los 55) es alta. Son muchas las personas que fallecen al año a causa de un ictus, pero muchas más las que quedan con secuelas permanentes. En mi trabajo puedo ver día a día a personas jóvenes, de entre 16 y 50 años, que han sufrido un ictus y han perdido la capacidad de hablar, escribir, leer, orientarse, mover un brazo o caminar. Aunque hacemos un gran trabajo con estos pacientes, la mayoría no vuelve a trabajar o a conducir y muchos necesitan que les cuiden durante toda la vida.

Es importante que sepas que la mayoría de las personas que padecen un ictus experimentaron los mismos síntomas en un primer momento. Sintieron debilidad y falta de sensibilidad en un lado del cuerpo (en la pierna y principalmente en el brazo y la cara) y presentaron dificultades para hablar (no podían articular o decían cosas sin sentido). Ante estos síntomas, es crucial que tú o un familiar llame a una ambulancia y digáis: «Creo que me está dando un ictus». No debes tomar nada: ni aspirinas, ni Coca-Cola. Lo más importante es que llames, porque si te atienden en la primera hora la probabilidad de tener secuelas es mucho menor que si esperas unas horas a ver cómo evoluciona. Conozco a varias personas que han perdido a un ser querido porque simplemente no conocían esta información. Transmítela a todos los que conoces. Si este libro ayuda a una sola persona a identificar estos síntomas y avisar a tiempo, estoy seguro de que mi editor y yo estaremos más que satisfechos.

Entre los pacientes que sufren un ictus encontramos personas de todas las clases sociales, profesiones y edades. Abundan las que fuman y tienen un alto nivel de estrés, sobrepeso, colesterol o azúcar en sangre. De hecho, si tienes dos de estos factores de riesgo antes de los 40, la probabilidad de sufrir un ictus antes de los 80 años es del 50%. Si tienes más de dos, la probabilidad de sufrirlo aumenta tan rápido como se acerca la edad a la que lo puedes sufrir. Muchos se sienten indefensos ante estos datos, como si su suerte estuviera echada, cuando son factores de riesgo controlables. De hecho, es mucho lo que puedes hacer para prevenir un ictus.

Seguramente ya te he asustado bastante y por ello no voy a profundizar en el campo de las enfermedades neurológicas, aunque debes saber que cada vez hay más casos de Parkinson y otros tipos de enfermedades neurodegenerativas. Es inevitable. Nos hacemos mayores y el cerebro entra en primera línea de tiro. Sin embargo, no quiero acabar este capítulo sin hablarte de las otras grandes amenazas para tu cerebro.

En medicina existe una disociación de los trastornos del cerebro entre aquellos que atienden los neurólogos y aquellos que atienden los psiquiatras. Me resulta muy difícil darte una explicación clara de dónde se traza la línea de lo neurológico y lo psiquiátrico porque simplemente no la hay. Por lo general, el psiquiatra se ha centrado más en aquellas alteraciones del ánimo, y es de estas enfermedades y trastornos de los que te quiero alertar.

En los últimos años se ha venido observando un aumento de la presencia de alteraciones en el ánimo. En la actualidad, hay más niños sometidos a tratamiento psiquiátrico que en ningún otro momento. Los casos de déficit de atención, depresión infantil o juvenil, anorexia o bulimia son alarmantes e inadmisibles para una sociedad que se preocupa por sus hijos. Paralelamente, en los adultos la depresión, el estrés y los trastornos de ansiedad están a la orden del día, y lo más desalentador es que la sociedad convive con ellos con resignación e incluso indolencia. Parece tan normal que nuestra pareja tome medicación para la depresión como que nosotros lleguemos a las 10 de la noche con demasiado trabajo como para dedicarle una hora para interesarnos por su día. Simplemente son cosas normales. Hace aproximadamente 15 años pude escuchar una conferencia brillante del psicólogo vivo posiblemente más influyente en la psicología moderna. Martin Seligman, padre de la psicología positiva, expuso aquel día los datos de los que te acabo de hablar. Estaba francamente horrorizado tanto por la altísima prevalencia de trastornos del ánimo como por la tolerancia que encontraba en la sociedad. Según apuntaban sus hipótesis, que poco a poco se han ido demostrando, la vida moderna, llena de bienestar e incluso lujos, está haciendo nuestro cerebro menos resistente a la frustración, menos agradecido de lo que tenemos, más estresado y más solo que en ninguna otra época de la humanidad. En definitiva, tenemos iPads, iClouds, iPhones, pero menos iDea de lo realmente iMportante y somos menos felices que hace unos años.

A continuación vamos a recorrer juntos los secretos del cuidado del cerebro. Como podrás comprobar, el camino de la salud cerebral es el camino de una vida más larga para tu cerebro, pero también es el camino de un mayor bienestar emocional. Cuando cuidas tu cerebro proteges tus neuronas, pero también mejoras tu vida.