Cubierta

Meditación para niños

En paz me levanto, en paz me acuesto

Luis López González

Plataforma Editorial

A mis cuatro hijas (y maestras):
Uly, Francine, Yamine y Sina

Índice

  1.  
    1. Nota del editor
    2. Prólogo, de Vicente Simón
  2.  
    1. PARTE 1 Papá, ¿qué hazen los que dizen que hazen zen?
      1. 1. ¿Por qué este boom del mindfulness?
      2. 2. ¿Qué es meditar?
      3. 3. ¿Cuál es la diferencia entre mindfulness y meditación?
      4. 4. Beneficios
      5. 5. Mitos y falsas creencias sobre la meditación y el mindfulness
      6. 6. El cerebro del niño que medita
      7. 7. Mindfulness: de la atención a la compasión
    2. PARTE 2 Preparando mi meditación
      1. 1. Preparando mi meditación
      2. 2. Protocolo para una correcta meditación
      3. 3. ¿Competencias y habilidades de meditación?
    3. PARTE 3 Nueve amigos en mi interior
      1. 1. La atención
      2. 2. La respiración, mi amiga fiel
      3. 3. La relajación
      4. 4. La visualización
      5. 5. La voz
      6. 6. Conciencia sensorial
      7. 7. La postura
      8. 8. La energía corporal
      9. 9. El movimiento
    4. PARTE 4 Niños que meditan: aprendizajes mindful
      1. 1. Recogerse, atender y meditar
      2. 2. Expandir la conciencia
      3. 3. Sentir la unidad de las cosas: el no-dos
      4. 4. Desidentificar los automatismos: mente de principiante
      5. 5. Serenarse y gestionar las emociones
      6. 6. Vivir el presente
      7. 7. La no permanencia de las cosas: todo pasa
      8. 8. Aceptar y despegarse
      9. 9. No juzgar
      10. 10. Perdonar y confiar
      11. 11. Resiliencia
      12. 12. La compasión
    5. PARTE 5 Una «medit-acción» para cada momento del día
      1. 1. Por la mañana
      2. 2. En el colegio
      3. 3. Al mediodía
      4. 4. Por la tarde
      5. 5. Por la noche
  3.  
    1. Índice de ejercicios de audio

Nota del editor

Este libro se complementa con 120 minutos de audio que recogen prácticas de relajación y meditación para los niños explicadas por el autor.

A lo largo de la obra, el lector encontrará distintos iconos de audio, debidamente numerados, para acompañar el texto. Además, en la página 243, el lector dispone de un índice numerado de los ejercicios.


El material se encuentra disponible en:

www.plataformaeditorial.com/meditacion

Código: plataformameditacion15

Prólogo

El Mindfulness no es un fenómeno nuevo. El ser humano ha realizado actividades asimilables a la meditación, probablemente desde el inicio de los tiempos, desde que los cerebros que podríamos llamar humanos hicieron su aparición sobre la faz de la tierra. Lo que resulta novedoso es que la ciencia haya comenzado a estudiar y comprender el fenómeno mindfulness y que su práctica se esté extendiendo masivamente en el seno de las sociedades occidentales.

¿A qué se debe este avance, aparentemente imparable, del fenómeno mindfulness? Una de las razones más obvias es que vivimos en un mundo lleno de estrés y de incertidumbre. Resulta paradójico porque, probablemente, ninguna otra generación de seres humanos, en toda la historia de nuestra especie, ha vivido con más seguridades y con más protección frente a los imponderables de la vida que la nuestra -me refiero a los países industrializados del primer mundo, por supuesto-. No nos falta comida, tenemos asistencia sanitaria, viviendas bien guarnecidas, seguros de todo tipo… y, sin embargo, nos sentimos inseguros y tememos tanto por nuestro futuro, que acabamos poniéndonos literalmente enfermos.

¿Qué podemos hacer? El lado positivo es que, a la par que avanza la tecnología y el mundo se hace cada vez más complejo y exigente, también ha avanzado extraordinariamente nuestro conocimiento del cuerpo humano y del cerebro que lo coordina. Y ese conocimiento comienza a darnos las claves de cómo poder surcar con cierto éxito el océano de la inseguridad, de la insatisfacción y del estrés.

El cerebro humano es un órgano complicado, que ha evolucionado muy rápidamente (para lo que son los tiempos evolutivos), llegando a alcanzar altos niveles de complejidad. Además de poseer un cerebro tan peculiar, nosotros, los humanos contemporáneos, vivimos en un mundo que resulta tanto o más complicado que el propio cerebro. Un mundo al que todavía no hemos tenido tiempo de adaptarnos, aunque es, en realidad, una creación suya, ya que su transformación se está produciendo a una velocidad de vértigo, especialmente a lo largo de las últimas décadas. Un mundo y un cerebro que suponen un reto para nuestra limitada capacidad de adaptación.

Sin embargo, la solución a nuestras cuitas reside, y ha residido siempre, en ese mismo cerebro que es parte del problema; la solución estriba en nuestra capacidad de practicar la introspección y la meditación. Aunque los seres humanos han intuido esto desde los tiempos más remotos, no hemos hecho un uso suficiente de las posibilidades que la meditación puede aportarnos.

¿Qué es, pues, capaz de hacer la meditación? La meditación nos tranquiliza, desarrolla nuestra capacidad de concentración y de atención, nos ayuda a ver y comprender con claridad lo que sucede (tanto dentro de nosotros mismos, comprendiendo nuestras emociones y sentimientos, como en el mundo externo), mejora nuestras habilidades sociales y hace que seamos capaces de tratar a nuestros semejantes y a nosotros mismos de manera más humana y compasiva.

En realidad, la meditación es capaz de hacer todo esto y muchas cosas más. A mí me gusta decir que es una forma de optimizar el funcionamiento del cerebro humano, por lo que practicar la meditación resulta ser una manera eficaz de conseguir que nuestro cerebro dé de sí todo lo que es capaz.

Si la sociedad en su conjunto se está concienciando, poco a poco, de las bondades de la práctica meditativa, era inevitable que pronto se cayera en la cuenta de que la meditación, probablemente, también podría ser de utilidad para los niños y los adolescentes. Y esto es lo que está sucediendo de manera acelerada. Sabemos que los niños pueden aprender a meditar (aunque las técnicas utilizadas sean ligeramente distintas a las de los adultos). Y no solo pueden aprender muy bien, sino que lo hacen mejor y más rápidamente que nosotros. No en vano la neuroplasticidad de un cerebro joven es mucho mayor que la de uno adulto. Y la meditación, como sucede con todo entrenamiento, cuanto más temprano empieza a cultivarse, mejor se asimila. Además, cuanto más pronto se introduzca en la vida, mayores repercusiones tendrá en el desarrollo de esta.

A los niños se les puede enseñar a meditar en dos entornos (desde luego, no incompatibles): el de la familia y el de la escuela. Y, en este sentido, hace falta concienciar, tanto a los padres como a los maestros, del enorme bien que podemos hacerles a nuestros pequeños, si desde edades bien tempranas, les enseñamos la práctica de meditar.

Si miramos a nuestro alrededor, podremos apreciar que cada vez hay más padres concienciados y que también son más las escuelas que buscan la forma de incluir en sus planes de estudio la enseñanza de la meditación. Se trata de un movimiento de alcance nacional e internacional y, en consecuencia, podemos constatar que la demanda de instructores capaces de entrenar a los padres, a los niños y a los profesores, está creciendo llamativamente.

En este contexto, hay que dar la bienvenida y congratularse de la aparición de un texto como el que el lector o lectora tiene en sus manos. Un texto que, de manera eminentemente práctica, nos proporciona numerosas técnicas (avaladas por la experiencia de su autor) orientadas a enseñar a los niños la esencia de la práctica del mindfulness. Un niño que practica el mindfulness sabe aprovechar mejor su inteligencia, rinde mejor en sus estudios, se relaciona más habilidosamente con sus compañeros y con sus familiares y sabe afrontar, con más éxito, las experiencias difíciles con las que todos los seres humanos hemos de enfrentarnos.

A lo largo de los cinco capítulos del libro, el lector encontrará las más variadas sugerencias para ir introduciendo a sus hijos, o a sus alumnos, en el mundo del mindfulness. Son indicaciones prácticas, cortas y sencillas. Indicaciones que se adaptan a circunstancias muy variadas y a edades muy diversas.

Creo que este libro de Luis López González contribuirá de manera notable a la propagación de las prácticas del mindfulness en la población infantil de nuestro entorno cultural. Y animo a los lectores a que se dejen inspirar por sus indicaciones y comiencen ellos mismos a practicar la meditación, además (y antes) de utilizarlas con los niños cuya educación tienen a su cargo.

VICENTE SIMÓN

En Valencia, a 27 de julio de 2015

Parte 1. Papá, ¿qué hazen los
que dizen que hazen zen?

Parte 2. Preparando mi meditación

En esta parte vamos a aprender a prepararnos para meditar. Para ello, pensaremos en dos tipos de escenario: uno en casa, para la práctica regular, que exige cierta quietud, aislamiento, etcétera, y requiere de cierta recreación apropiada; y otro al que llamaremos vida cotidiana.

En el primer escenario procuraremos que las cosas se paren y que esos ratitos que estemos practicando se conviertan casi en momentos sagrados. Por otra parte, pensaremos todo tipo de consignas o propuestas para convertir el día a día en momentos meditativos, lo cual, junto con los ejercicios que aprendas en la próxima parte y las propuestas que encuentres en la última, será más que suficiente para confeccionar un manual propio para practicar.

Parte 3. Nueve amigos
en mi interior

A continuación te ofrezco un breve paseo por los nueve aprendizajes competenciales básicos de la meditación. Los enfocaremos como nueve amigos que todos los niños poseen en su interior, algo así como el kit de interioridad. Solo falta aceptar su amistad y conocerlos al máximo. Por eso es necesario que sepas en qué consisten y cómo se trabajan.

Parte 4. Niños que meditan:
aprendizajes mindful

En esta parte –una vez que conocemos a fondo a nuestros nueve amigos fieles del interior– nos disponemos a ver un poquito más a fondo cómo se medita y cómo se desarrolla el mindfulness. Para ello, propongo una serie de aprendizajes mindful para los niños:

Parte 5. Una «medit-acción»
para cada momento del día

En esta parte encontrarás ejercicios, actividades y consejos que tener en cuenta para aplicar con los niños en cada momento del día. Se trata de la puesta en práctica cotidiana –es decir, en ese escenario no ortodoxo del mindfulness– de todo lo expuesto en las partes anteriores. De esta manera, saldrán a la palestra los nueve amigos del interior y los aprendizajes mindful del niño, pero puestos en una escena cotidiana. Creo que eso ayudará a los adultos a ubicarse en todo momento en lo que están proponiendo a los peques.

Por supuesto que no se trata de hacerlos todos cada día, sino de una guía de referencia para ir haciendo poco a poco. Es interesante que como adultos también sepamos construir y diseñar nuestros ejercicios meditativos.

1. ¿Por qué este boom
del mindfulness?

Cursos, libros, vídeos… el mindfulness nos rodea. ¿Te has preguntado por qué? Tal vez porque nos hemos alejado de cualquier disciplina que nos haga reflexionar sobre la espiritualidad y nos hemos volcado exclusivamente en las satisfacciones que proporciona el mundo material. Aunque los últimos datos sobre el consumo de ansiolíticos, antipsicóticos o antidepresivos, incluso por la población infantil y adolescente, nos hacen pensar que hemos equivocado el camino. De hecho, vivimos en una sociedad enferma, que sufre de estrés, desorientación, tristeza y siente la necesidad urgente de recobrar la paz y el equilibrio.

En nuestra carrera por poseer más cosas, hemos olvidado lo más importante: que las personas sentimos la necesidad de mimar y desarrollar el espíritu para sentirnos plenas y satisfechas. Ya no leemos filosofía, y la religión ha dejado de protagonizar y dirigir nuestras vidas, pero la mayoría no ha encontrado nada que desempeñe ese papel de reencuentro consigo mismo y con los asuntos trascendentales del ser humano; algo que nos haga volver a habitar nuestro interior y a entender qué está pasando en lo más profundo de nuestro ser.

La meditación viene en nuestro auxilio como una herramienta eficaz para ayudarnos a alcanzar un estado de equilibrio y bienestar. Se trata de una práctica milenaria que ha existido desde siempre, aunque ahora sus beneficios son reconocidos por la comunidad científica como una forma de desarrollar el cerebro y de establecer nuevas conexiones neuronales.

La psicología positiva es otra de las disciplinas que ganan terreno, porque no solo tiene como finalidad reequilibrar y «terapizar» al ser humano, sino que intenta sacar lo mejor de cada uno de nosotros para vivir más felices en la autorrealización.

En este contexto, el mindfulness y la meditación no solo son eficaces para estabilizar la mente del adulto, sino que desempeñan un papel importante en el desarrollo emocional del niño y en su felicidad. Realizar estas prácticas de forma habitual les permite explorar su cerebro y estar a solas consigo mismos, ausentarse del mundo exterior y de sus presiones y enfrentase a la exploración de su mente y sus circunstancias.

Numerosos estudios demuestran que los individuos que practican habitualmente la meditación y el mindfulness viven de forma más plena, gozan de vidas más largas y padecen menos enfermedades mentales.

2. ¿Qué es meditar?

«Meditar» proviene del latín meditari, que quiere decir ‘poner toda la atención en algo, rumiar, contemplar, discurrir con el pensamiento con el fin de comprender algo’. Se apoya en otra palabra que es medeor, que significa ‘curar, salvar, aliviar’.

El significado que le asigna la Real Academia Española (‘Aplicar con profunda atención el pensamiento a la consideración de algo, o discurrir sobre los medios de conocerlo o conseguirlo’) no es el mismo que le confiere su origen oriental. Meditar en términos orientales es calmar el pensamiento, contemplar, incluso dejar de pensar. Es interesante reflexionar sobre su significado en la lengua latina: aunque no signifique dejar de pensar, quiere decir poner la atención plena en algo, aunque sea discurriendo.

Meditar, por lo tanto, será el acto de atender, enfocar, admirar, contemplar, abrirse al máximo, fijarse, concentrarse, interiorizarse... Para que exista meditación se deben cumplir tres requisitos:

  1. Enfocar selectivamente un estímulo interno o externo (objeto de la atención).
  2. Permanecer en ello un tiempo determinado, de ser posible fijado con antelación.
  3. Devolver la atención al objeto una y otra vez cuando aparezca la distracción, y aceptarlo con normalidad.

La meditación responde a una necesidad humana de completarse, de llenarse, de realizarse. Las personas encuentran en la meditación un medio para aquietarse y volver la atención hacia lo que hay en lo más hondo de sí mismas.

3. ¿Cuál es la diferencia entre
mindfulness y meditación?

Mindfulness significa ‘poner la atención plena en el aquí y ahora’ o la ‘capacidad de mantener la conciencia habitando la realidad presente’ con aceptación y compasión. Este concepto, que parece un descubrimiento del siglo XXI, podemos encontrarlo ya en los primeros textos budistas y corresponde a la traducción inglesa de la palabra sati, en lengua pali. El término lo introdujo en Occidente y lo hizo popular un vietnamita, el monje zen Thich Nhat Hanh.

Mindfulness y meditación no son sinónimos: la meditación es el acto de hacer algo concreto, y la atención o conciencia plena será el fruto de ello. Más allá del significado que tienen ambos términos, es interesante ver cómo se utilizan. Desde la antigua Grecia hasta la actualidad se le han asignado varios significados. Uno de los más acertados sería ‘dejarse llevar al centro’. En realidad, es una acción en la que la voluntad interviene de una forma pasiva. Quien medita es el sujeto profundo, y el pensamiento es una de las funciones de ese sujeto profundo.

Más que hacer algo con la mente, parte de la mente humana ya se encuentra en el descanso y en el sosiego. Se trata de dejarse llevar por esa conciencia universal e ir hacia el centro de nuestro ser. La meditación busca entrar en las entrañas de nuestra propia mente.

El término Mindfulness tiene varias acepciones. Por una parte, es el fruto de la actividad meditativa. Pero una actividad meditativa es también fijar la atención en una actividad artística o en el cultivo de las flores, por ejemplo. Es decir, todas las culturas y personas hemos practicado el mindfulness. Cuanto más intervenga la quietud y la atención, más vamos a notar los beneficios de esta disciplina.

Cada vez es más común denominar mindfulness a la práctica de una serie de ejercicios y entrenamientos que están pensados para desarrollar la conciencia plena y vivir en el presente. En este segundo significado se le da más peso a la calidad de la observación de lo que estamos haciendo en el aquí y ahora.

El mindfulness se ha convertido en una nueva terapia para combatir algunos males de la sociedad actual, como son la ansiedad o el estrés. Hoy día también se habla de mindfulness como de un conjunto de prácticas e investigación científica en torno al yoga, la meditación y la relajación. Conviene tener presente que el mindfulness tiene que ver con acordarse (poner el corazón en una cosa); es tener la sencilla actitud de devolver una y otra vez la atención al presente.

Pero, ¡ojo!, el auténtico significado de mindfulness es el que se le otorga como beneficio de la meditación. Así, mindfulness es a la meditación lo que la resistencia aeróbica sería a la carrera de largas distancias o al maratón. Una persona que corre gana resistencia, y una persona que medita gana mindfulness o capacidad de atención. Aunque también puedo aumentar mi resistencia subiendo montañas o desarrollar mindfulness fijando mi atención en los pequeños detalles, utilizando un pincel de forma artística u observando la propia naturaleza. Así pues, cuando hablamos de maratón, nos referimos a una forma concreta de carrera, mientras que si hablamos de yoga o de zazen, se trata de formas concretas de meditación que nos hacen ganar atención.

Por lo tanto, distingamos el mindfulness como beneficio o cualidad de la mente, del conjunto de ejercicios que tienen como finalidad desarrollarlo y de lo que puede ser un ámbito en sí que integra relajación, meditación, yoga, etcétera.

Cuando hablamos de meditación y mindfulness tenemos que pensar en dos tipos de práctica: la práctica sentada, ordinaria, a solas, quieta, y la de tener conciencia del momento presente en el día a día. En el libro encontraremos los dos tipos: actividades para realizar a solas y consignas para que los niños desarrollen atención plena día a día simplemente ejercitándose en el estar presente.